En primera persona
Dos exusuarios explican los motivos por los cuales un día decidieron abandonar las redes sociales
Abandoné primero Facebook porque me parecía pesado y Twitter me resultaba más inmediato. Dejé Twitter porque me resultaba muy adictivo y abracé Instagram porque me parecía más “creativo”.
Ahora las he dejado las tres, leo más y dedico más tiempo a lo que me interesa. Las tres redes que abandoné son el paradigma del narcisismo, adictivas y víricas. No explicas para compartir, lo haces para que te aplaudan o te rechacen o te envidien. Vives obsesionado en si les gusta lo publicado, si te comentan. Si nadie te da un “me gusta” te deprimes y sientes soledad. Si tu foto no provoca un “¡fotaza!” tomas nota y dejas de comentar a los demás. Vives controlado y controlando. Es falso que te importe un bledo y que “apenas mires”. Otra cosa es que las utilices para dar a conocer tu trabajo y tu empresa. Bueno, distinto no es. Al final aprovechas las redes sociales y buscas aprovecharte de quienes te siguen o puedan hacerlo y “hacen vida” en la red. El control es absoluto y una entrevista de trabajo o un acontecimiento familiar o social se convierte en un “como te sigo sé lo que haces e hiciste”. Sinceramente, creo que estamos enfermos de soledad, de empatía y amistad. La vida no es tan feliz y es bueno que así sea. La decepción, el aburrimiento, el fracaso, el éxito, la frustración, también son la vida, y no lo que publicamos, que es la versión filtrada de lo que es nuestra existencia, pura pose. Habrá quien tenga un buen control de ellas, pero me temo que es muy complicado. Un mercado en alza es el de las pulseras de actividad. Esos datos los regalas a alguien. ¿Qué diferencia hay con las publicaciones en redes sociales? Ninguna. Es aquello del “en cuerpo y alma”. Un día te dirán: “Tus datos biológicos dicen que haces poco deporte, que tu pulso es irregular y que duermes mal. No nos interesas como cliente”. No nos damos cuenta, pero no somos dueños de nuestra existencia. Como mucho sorteamos con impostura la realidad aunque obviamos que hay un algoritmo que nos tiene fichados: Google.
ROBERTO GONZÁLEZ
48 años. Cocinero y profesor de cocina