UMD, la conspiración ética
LUIS OTERO (1932-2017) Coronel del ejército
El primero de septiembre de 1974, en pleno tardofranquismo, un grupo de jóvenes oficiales constituía de forma clandestina en Barcelona la Unión Militar Democrática (UMD), con el objetivo de contribuir desde el ejército a la democratización de España. Uno de los nueve fundadores de aquel movimiento, el comandante Luis Otero, falleció anteayer a los 85 años de edad. Precisamente por ser el militar de mayor rango y antigüedad, fue condenado a una pena mayor –ocho años y un día– en el consejo de guerra celebrado en 1976. Y no fue rehabilitado hasta 1986 y, finalmente, condecorado junto a sus compañeros de la UMD por la ministra de Defensa, Carme Chacón, en el 2010, 34 años después de la condena.
La UMD nació bajo la clara influencia de la revolución de los Claveles de 1974 en Lisboa que acabó con la dictadura de Salazar. El éxito del movimiento de los jóvenes oficiales portugueses, hartos de las guerras coloniales, ejerció un fuerte impacto en las salas de banderas de los cuarteles españoles. Debido a las muestras de decadencia del régimen de Franco, evidente también en la salud del dictador, en las filas del ejército se perfilaban tres opciones principales: los que se inclinaban por mantener el statu quo campamental y privilegiado del franquismo; los que optaban claramente por una reorganización moderna del ejército para integrarse en la OTAN, y los que, como los miembros de la UMD, optaban por una posición más ética de defensa de la democracia y de los derechos humanos.
Aunque la UMD siempre fue minoritaria –nunca superó los 200 afiliados–, lo que la distinguía en aquel escenario del tardofranquismo fue el coraje de haberse enfrentado políticamente a la dictadura, en la que el ejército seguía desempeñando un papel fundamental. Los úmedos –como despectivamente eran conocidos en las salas de banderas– nunca se propusieron levantarse en armas contra el régimen, sino concienciar al resto de los oficiales, especialmente los más jóvenes, para tener un papel hacia lo que consideraban un irreversible camino hacia la democracia. También contactó con las entonces emergentes fuerzas políticas democráticas. Por ejemplo, Felipe González conoció a Luis Otero en un viaje clandestino a Barcelona, por mediación de Joan Raventós y de Juli Busquets, un militar que también formó parte de la UMD y que dejó el ejército para integrarse en el PSC y ganar electoralmente un escaño de diputado.
Pero el sistema no podía tolerar ni siquiera aquella posición ética de los jóvenes oficiales que propugnaban una democracia. Trece militantes de la UMD, entre ellos el fallecido Otero, junto a Xosé Fortes y Guillermo Reinlein, fueron condenados en consejo de guerra y apartados del ejército por “conspiración para la rebelión”, una acusación carente de fundamento.
Aunque la UMD se disolvió tras las primeras elecciones democráticas, en junio de 1977, los condenados no fueron incluidos entre los amnistiados de 1976 y 1977. Su condición de exmilitares les castigó con dureza extrema. Además, las difíciles y especiales circunstancias políticas de los primeros años de la
Cofundador del grupo de oficiales demócratas, fue condenado en 1976 y no rehabilitado hasta diez años después
transición, acompañadas de un constante ruido de sables de los sectores más franquistas de la institución militar, dificultaron que tanto la UCD como el PSOE reconocieran los méritos de aquel grupo de militares demócratas. Hasta 1987 no se les indultó, y algunos de ellos reingresaron en el ejército, como fue el caso de Otero, que se jubilaría con el empleo de coronel, y que dedicó el resto de su vida a participar en organizaciones en defensa de los derechos humanos.