Gramática libre
En una conversación mantenida hace unas semanas, Jorge Pardo constataba las dificultades de algunos para ubicar su obra –¿flamenco?, ¿jazz?, ¿world music?–, llegando a señalar que incluso podría considerarse su producción como carente de género. Jugando con esta peculiaridad, el compositor, saxofonista y flautista propone en su última producción (Djinn, 2016) un brillante ejercicio de lo que le gusta denominar “metaflamenco”, al ser un crisol a caballo entre géneros, con alma flamenca, vuelo jazzístico, sonoridades electrónicas y mil juegos abracadabrantes. Noche grande en el festival Ciutat Flamenco, donde se presentó acompañado por un cuarteto de altísimas prestaciones, reforzado en el tramo final con la presencia del bajista Carles Benavent, socio y “hermano”.
Las casi dos horas de comparecencia pueden leerse como una sucesión de suites elaboradas a partir de un rico catálogo de palos flamencos. Narrativa fascinante, con jondura y, además de las sonoridades electrónicas y pregrabados, cierto pelaje que de algún modo remitía a los tiempos de Dolores, el elenco de jazz-fusión que Pardo integró en los setenta con Pedro Ruy-Blas y otros. Delicadas capas sintéticas se alternaron con teclado ácido, ambientes selváticos, guitarra embrujada y, sobre todo, las evoluciones de Jorge Pardo con sus saxos y la flauta travesera. Un toque sabio, de enorme capacidad de transmisión emocional, que en el fondo no deja de ser una forma distinta de cante. Gramática libre, ora sutil y ora sanguínea, certificando una vez más la grandeza y amor al riesgo del madrileño.