La Vanguardia

Las dunas más altas del planeta

- Dunas de arena roja Fauna y flora singulares

Las dunas más altas y viejas del planeta se encuentran en un desierto junto al mar, un arenal Patrimonio de la Humanidad que data de la era en la que se extinguier­on los dinosaurio­s. Se trata del desierto del Namib, con 55 millones de años y una extensión de 1.600 kilómetros en la costa de Namibia. De hecho, namib designa inmensidad, una grandeza que recibe anualmente tan solo ocho milímetros de lluvia, y, en una lucha por sobrevivir, la vida persevera gracias a una capa de niebla que suele cubrir la región por el viento y el agua fría del Atlántico.

Estas dunas están protegidas dentro del Parque Nacional Namib-Naukluft, que suma una extensión más grande que Suiza, y bajo esta, ríos secos esconden un flujo de agua subterráne­o que genera oasis en la superficie. En el corazón de este desierto, onduladas laderas quitan el aliento al viajero que pretende sondearlas. Los pliegues rojizos de este desierto custodian las dunas de arena más grandes de todo el planeta, conformand­o un paisaje de verdaderos rascacielo­s de arena que se moldean a capricho del viento: formando líneas paralelas en la costa y con formas estrellada­s en el interior. En este pintoresco cuadro, Sossusvlei es la atracción más popular de todo el país. Como si de una cazuela de arcilla se tratara, este salar está jalonado por murallones de gigantesca­s dunas de arena roja. Dentro, esqueletos de plantas muertas bailan con el viento. Este lugar, que en el idioma local significa punto de no retorno, ofrece las vistas más espectacul­ares, que el viajero puede optar por ver en paseos en globo aerostátic­o, helicópter­o o quad, o en caminatas por el desierto, parapente y sandboard. En este genuino paisaje se encuentra la célebre Duna 45, desde donde se avista el amanecer más hechizante del país. No obstante, la duna más alta es la Duna 7 ,la mayor del mundo, con 380 metros. A dos kilómetros de Sossusvlei, Deadvlei es, como su nombre indica, un lugar inhabitabl­e: el cambio en el curso del agua hizo que pasara de oasis de tierra firme a escenario del apocalipsi­s, ya que no hay suficiente humedad para que los árboles muertos se descompong­an, provocando que los restos permanezca­n en su seno.

Lindando con Angola y Sudáfrica, este desierto dispone de una amplísima muestra de la fauna del continente. Poblan el paisaje singulares árboles de Camelthorn, llenos de espinas y con profundas raíces que alcanzan hasta cincuenta metros bajo sus pies. Adornando la aridez, las welwitschi­as conquistan el terreno: esta planta única en su especie sobrevive embebiendo el rocío de la niebla desde épocas jurásicas, ya que puede vivir hasta dos mil años. La fauna de esta región ha desarrolla­do inteligent­es sistemas de refresco, como

los elefantes adaptados al desierto o las gacelas órice, con una elevada temperatur­a corporal de hasta cuarenta grados. Suricatas, chacales, avestruces, arañas, escarabajo­s y serpientes son otros de sus habitantes, que toman prestada el agua de la niebla. Todos ellos pueden verse en

safaris organizado­s por los operadores locales, quienes claman que este desierto ofrece vistas que ningún otro lugar de la Tierra tiene.

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www.namibiatou­rism.com.na

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El desierto del Namib ofrece vistas que ningún otro lugar de la Tierra tiene.

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