Ada Colau
Las demás fuerzas critican que el gobierno de los comunes les haya dejado al margen del acuerdo
ALCALDESA DE BARCELONA
El gobierno municipal y el principal grupo de la oposición han logrado cerrar un acuerdo que permitirá redoblar esfuerzos para combatir uno de los principales problemas que afronta el distrito de
Ciutat Vella, el de los narcopisos.
Ada Colau y Xavier Trias pactaron ayer un plan de choque para combatir la lacra de los narcopisos. La fotografía que ilustra esta información muestra un acercamiento entre la alcaldesa y el líder de la oposición que hace muy poco se antojaba imposible dado el clima preelectoral que está impregnando toda la vida política barcelonesa.
Pero el de los narcopisos ya dejó de ser otro problema de barrio. El plan de choque del Ayuntamiento tiene previsto gastar este verano hasta cinco millones de euros para recomponer la maltrecha vida cotidiana en el distrito de Ciutat Vella. Hace tiempo que los narcos cruzaron la Rambla, que dejaron atrás el Raval. Se trata ya de una cuestión de ciudad, de una de las grandes amenazas del gobierno municipal, tan grave que la propia alcaldesa Colau pretende que todos hagan piña tras ella y dejen este problema al margen de la lucha partidista. Pero no lo tendrá fácil. Los puentes con la oposición se resquebrajaron meses atrás.
Los demócratas aprovecharon estas circunstancias y le arrancaron a la alcaldesa Colau un par de compromisos que a los comunes le resultarán muy incómodos. Uno es el de garantizar el estricto cumplimiento de la ordenanza de civismo, de la norma que el gobierno municipal finalmente re- nunció a reformar ante la falta de apoyos en la sala de plenos. Y el otro se refiere a la lucha contra el top manta. El plan municipal para recomponer la convivencia en Ciutat Vella también contempla “patrullas específicas de la Guardia Urbana para combatir la venta ambulante”.
El acuerdo entre Colau y Trias se ultimó a primera hora de la mañana de ayer, pero Colau ya lo daba por hecho la semana pasada. Ya lo dejó claro en la entrevista que publicó La Vanguardia el domingo pasado. Sin duda fueron las conversaciones más sosegadas del mandato. “En un tema como este no podíamos estar peleándonos. Siempre tuvimos la mano extendida –explicó Trias a los medios de comunicación poco antes del comienzo de la sesión plenaria. La alcaldesa, a su vera, ante las cámaras, tuvo el detalle de guardar silencio, de no eclipsarlo–. Teníamos que ponernos de acuerdo. El gobierno nos hizo una propuesta específica, muy
positiva, pero le faltaba concreción. El resultado final es francamente bueno. Tenemos un plan para acabar con los problemas del Raval y evitar que se extiendan a otros barrios. También es importante que el resto de grupos pongan de su parte”.
Al resto de fuerzas políticas, sin embargo, no les hace ninguna gracia haberse quedado al margen de las negociaciones en torno una cuestión tan trascendente. Únicamente los republicanos y el concejal no adscrito Gerard Ardanuy quisieron darle un voto de confianza al último plan de choque. Ciudadanos, PSC y PP prefirieron abstenerse, y la CUP oponerse. Todo apunta a que no tendrán ningún inconveniente en erosionar un poco al gobierno municipal si este verano las nueque vas medidas no dan el resultado esperado.
“Los vecinos llevan más de dos años reclamando soluciones –dijo Carina Mejías en nombre de Ciudadanos–, pero ustedes han estado más preocupados de los lazos amarillos que de los trapos rojos que los vecinos del Raval cuelgan desde hace meses para protestar. Hasta seis iniciativas hemos presentado para luchar contra los narcopisos. Pero ustedes ni siquiera han hablado con los vecinos...”. El republicano Alfred Bosch, a pesar de su voto favorable, también se mostró muy crítico. “A mí me parece muy bien que lleguen a un acuerdo, porque la ciudad tiene un problema. Pero para ello hemos tenido llegar al último año de mandato. No todo es culpa de la especulación, si permitimos que la ciudad se degrade le facilitaremos el trabajo a los especuladores. No podemos dejar que Barcelona se convierta en la capital de los narcopisos”. El socialista Jaume Collboni lamentó una vez más las formas del gobierno municipal. “No entendemos a que viene hacer un pacto con PDECat. Nos podrían haber llamado, pero llamado de verdad. El diálogo es mucho más que una llamada telefónica del gerente municipal a las dos de la tarde del jueves para que miráramos un papel”. El popular Alberto Fernández aseguró que el plan no ataca a las raíces del problema. La CUP también entiende que no es más que un paño caliente.
La primera impresión de las entidades vecinales más implicadas en la lucha contra los narcopisos tampoco fue muy entusiasta. Las asociaciones esperaban más medidas de corte inmobiliario, y que se les tuviera un poco más en cuenta. En el Raval hay mucha gente muy entregada a esta cuestión, y hoy se sienten un poco ninguneados por el Ayuntamiento.
En realidad el plan municipal es una intensificación del trabajo que viene realizando el Ayuntamiento desde el verano pasado. La inversión de cinco millones de euros prevista para este verano multiplicará la recogida de jeringuillas, la búsqueda de pisos vacíos, la prevención de drogodependencias... Este plan de choque también pretende recomponer la vida cotidiana de toda Ciutat Vella, la recuperación de su espacio público para usos ciudadanos y el fortalecimiento de la relaciones vecinales. Alrededor de 60 profesionales lo intentarán. También se reforzará la presión policial y se buscará la implicación de la Generalitat. El Ayuntamiento afinará sobre el terreno sus iniciativas a fin de que tengan continuidad después de las vacaciones.
MÁS ALLÁ DEL VERANO El pacto prevé que las medidas se prolonguen después de las vacaciones
DECEPCIÓN VECINAL Entidades del Raval esperaban que el Ayuntamiento tuviera en cuenta su parecer