La Vanguardia

Chris Froome

El ciclista británico ataca a 80 kilómetros del final, elimina a Yates y se viste de rosa

- XAVIER G. LUQUE

CICLISTA

Con un ataque digno del ciclismo más épico, Chris Froome parece haberse adueñado del Giro a falta de dos etapas para el final. Su exhibición de ayer expulsó de la lucha a Simon Yates y anuló la renta que le sacaba Tom Dumoulin.

Con un ataque de lejos, de muy lejos, digno del ciclismo en blanco y negro y de las proezas que pasan a los libros de historia, Chris Froome sacudió del todo el Giro de Italia 2018, expulsó de la lucha al dominador Simon Yates, anuló la renta que le llevaba Tom Dumoulin y se ha situado a dos etapas del final como nuevo líder del Giro y máximo favorito a la victoria.

Froome aprovechó la cima Coppi, el alto Delle Finestre, para irse en solitario. Era la gloria o el descalabro total, al más puro estilo Contador. Todo o nada... ¡a 80 kilómetros del final! Una locura insospecha­da, antológica, que ha transforma­do la fisonomía de este Giro de Italia y ha confirmado la grandeza de estos ataques que demasiado a menudo se considera que son patrimonio exclusivo de épocas lejanas.

Froome contó primero con un endurecimi­ento escalonado de todo el equipo, Puccio, De la Cruz y Elissonde especialme­nte, para anunciar lo que preparaba. Y cuando el líder perdió rueda y ofreció una imagen patética de imposibili­dad absoluta, Froome en persona decidió jugársela. Hizo a solas el famoso sterrato del Finestre y coronó con 42 segundos sobre un grupito (Dumoulin, Pinot, Carapaz, López) que no acababa de rodar coordinado. Dumoulin se esforzaba de lo lindo para limitar el castigo y defender su liderato virtual (con Yates perdido en la oscuridad del hundimient­o absoluto) pero sólo Pinot le echaba una mano como podía mientras Carapaz y López iban a la suya, que es la lucha por el maillot de mejor joven. Y Froome no aflojaba. Subía a ritmo sostenido, bajaba a ciegas y aumentaba la renta. En la cumbre de Sestriere ya eran 2m40s, en la meta fueron 3 o más, mientras Yates cedía cerca de 39 minutos. Que no pusiera pie a tierra es digno de un campeón.

“Sabía que para pasar de cuarto a primero no bastaba con atacar en el último puerto”, comentó Froome. “Y el tramo de tierra del Finestre era especial para mí, era como cuando me entrenaba por las rutas africanas. Era now or never [ahora o nunca]”.

Lamentable­mente para el ciclismo, incapaz de resolver con eficacia sus conflictos, la victoria estratosfé­rica de Froome no puede desligarse de sus problemas en la última Vuelta a España. El ciclista del Sky continúa pendiente del desenlace del análisis sospechoso que apareció entonces. Al no tratarse de un producto de sanción automática (salbutamol), la cuestión se mantiene encallada entre informes, pruebas y estudios científico­s sin decisión final todavía. Si Froome pierde el caso de la Vuelta, perdería también sus resultados en este Giro, aunque todos los análisis de la carrera italiana fueran impecables. Ya le pasó eso a Contador con su victoria en el Giro del 2011, entonces anulada por un positivo confirmado en el Tour de Francia precedente.

Mientras tanto, el cambio de decorado ha sido absoluto en un Giro sin respiro que todavía tiene hoy un último acto de montaña de los que asustan: 4.000 metros de desnivel acumulado y final en alto una vez más. Froome ha conseguido 40 segundos de margen con Dumoulin, el resto ya no cuenta. Pero todo dependerá hoy de la respuesta de los organismos después de una jornada épica, sin piedad, una etapa de las que no se olvidan.

GOLPE DE TEATRO

Simon Yates pierde casi 39 minutos y Dumoulin, líder virtual momentáneo, también se ve superado

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LUK BENIES / AFP La maglia rosa es ahora del británico Chris Froome

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