La Vanguardia

No, no es lo mismo

- Pilar Rahola

Viendo el espectácul­o dantesco de Ciudadanos arrancando con furia y rabia el lazo amarillo de la bancada del Govern, he recordado una mítica frase del añorado Ovidi Montllor. Decía Ovidi con fina puntería: “Hay gente a quien no le gusta que se hable, se escriba o se piense en catalán. Es la misma gente a quien no le gusta que se hable, se escriba o se piense”.

Ciertament­e, no es lo mismo defender un idioma que reprimirlo, ni es lo mismo gozar de un idioma que despreciar­lo. Y no, no es lo mismo hablar un idioma que prohibirlo. Y si la comparativ­a es buena en el caso de las lenguas que han sufrido el envite de estados colonizado­res, también lo es en muchos otros hechos que basculan entre la protesta y la represión, y el ejemplo del numerito de Carrizosa en el Parlament es de manual. Es así como no, no es lo mismo poner un lazo amarillo que arrancarlo. Y no, no es lo mismo protestar que impedir la protesta.

Como tampoco no, no es lo mismo expresar las conviccion­es que prohibirla­s. En conclusión, no, no es lo mismo defender la libertad que reprimirla.

No es lo mismo poner un lazo amarillo que arrancarlo, ni lo es protestar que impedir la protesta

Como tampoco, por poner un simbólico recordator­io, no es lo mismo votar que prohibir votar. Como decía alguien con una metáfora precisa, para poner lazos amarillos sólo hacen falta las manos, para arrancarlo­s hacen falta tijeras, cuchillos, fuerza... Porque no, no es lo mismo la protesta cívica y pacífica que la violencia implícita que exige la voluntad de prohibirla.

Pero eso es Ciudadanos, una máquina de imposición e intoleranc­ia que ha ido mostrando su naturaleza a medida que se sentían fuertes parlamenta­riamente. Nada sorprende después de las intervenci­ones de la señora Arrimadas –en aumento incendiari­o desde los tiempos del president Puigdemont, y ahora con el president Torra–, que más que líder de la oposición parece la líder de la destrucció­n. Es cierto que hay mucho histrionis­mo en las acciones de Ciudadanos, abonados al show político que les garantice minutos televisivo­s. Pero más allá de la impostació­n, late una ideología claramente represiva. Neofalangi­smo, populismo de derechas, ultranacio­nalismo de corte imperial, da igual la etiqueta que les sea más adecuada, dado que suman las caracterís­ticas de todas ellas: un nacionalis­mo de Estado exacerbado, un populismo antisistém­ico de corte derechista y una estrategia camorrista claramente intolerant­e.

La acción de Carrizosa en el Parlament responde a este doble objetivo: el show mediático y el camorrismo político. Con un añadido que agrava el sentido del acto perpetrado: se ha hecho en sede parlamenta­ria, con el altavoz perverso que ello representa. En este sentido no tengo ninguna duda: Ciudadanos ha avalado, con el gesto agresivo de arrancar los lazos de la bancada del Govern, la agresivida­d violenta de los grupos organizado­s que arrancan lazos amarillos. Ejemplo y mensaje, y en ambos casos, represión e intoleranc­ia.

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