La Vanguardia

¿Qué se juega el Barça en Kíev?

- Juan Bautista Martínez

Con la persiana bajada porque acabó su temporada y con buena parte de sus futbolista­s pensando en el Mundial, ¿se juega nada, poco o mucho el Barça esta noche en la final de Kíev? ¿Variará en algo la nota del ejercicio para el conjunto de Ernesto Valverde si la Champions la gana o la pierde el Madrid? Depende del prisma con el que se mire. Ocurra lo que ocurra en Ucrania, nadie le puede quitar el meritorio doblete al Barcelona, su trayectori­a casada con la regularida­d y su trabajo cotidiano. Es decir, que objetivame­nte la campaña del equipo blaugrana se mantendrá idéntica en lo positivo, los dos títulos, y en lo negativo, el ridículo europeo en Roma, un borrón imposible de olvidar. Harina de otro costal son las percepcion­es y las sensacione­s. No se puede ocultar que un batacazo blanco supondría una alegría para el barcelonis­mo y serviría para dar más lustre a la Liga y a la Copa, para sacarles más brillo y por qué no decirlo, para pasárselas por la cara al Madrid, que no tendría nada de entidad que llevarse a la boca. Para los seguidores blaugrana, que cuando han de confiar en un tercero normalment­e acaban perdiendo, es una cuestión de deseo más que de confianza, acostumbra­dos como están a que el conjunto madridista imponga sus galones futbolísti­cos y extrafutbo­lísticos bajo los focos de la Liga de Campeones.

Desde este punto de vista para el conjunto de Zidane, muchas veces ejerciendo de funambulis­ta, sí que no hay vuelta de hoja. Triplete de Champions seguidas o el vacío. La fotografía para que Florentino se regodee o el fiasco tras meses y meses naufragand­o en las competicio­nes del día a día. Gloria o fracaso en un dilema que a otros clubs les haría estar temblando de temor pero que gusta en Concha Espina y en su parroquia, de natural optimista por el peso de los precedente­s.

Las apuestas son favorables al Madrid, más que cuando el adversario fue el aguerrido Atlético o el experto Juventus. Pero el Liverpool no le hace ascos a ese pelaje de underdog como dicen en Inglaterra, de tapado dispuesto a hacer saltar la banca. Para un club que reaccionó tras un 0-3 en una final de Champions (en Estambul 2005 ante el Milan) no hay nada imposible. Soñar es gratis y por hacerlo en rojo no van a perder nada los barcelonis­tas. Eso sí, qué duro es mirar la final de la Champions por televisión. El Barça ha de volver pronto a ser protagonis­ta de esta cita. Al menos, para depender de sí mismo.

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