La Vanguardia

Hay que ganar, es una orden

- XAVIER G. LUQUE PRÓXIMO CAPÍTULO: 1938. Francia. Diamante negro

–Italia debe conquistar el campeonato, dijo Mussolini.

–Por supuesto Duce, haremos todo lo posible, replicó el general Vaccaro, presidente de la Federación Italiana.

–No me ha entendido, Vaccaro. Italia debe ganar. Es una orden.

Giorgio Vaccaro tomó nota y cumplió el encargo. Italia se proclamó campeona del mundo en 1934, en el primer Mundial disputado en suelo europeo. En Italia. El torneo se convirtió en un instrument­o de propaganda del régimen fascista y Vaccaro no dejó cabos sueltos. Procedía del Lazio. Fue él quien impidió, en 1927, que la fundación de una nueva asociación futbolísti­ca, el Roma, supusiera la absorción (y desaparici­ón del Lazio). Vaccaro, miembro del Partido Nacional Fascista, tuvo una intervenci­ón contundent­e: “El Lazio es otra cosa. El Lazio no proviene de ,el Lazio es. Primero nació el Lazio, los tifosi vinieron más tarde. Para los otros, primero hubo aficionado­s y entonces les dieron un equipo al que animar”.

El Duce en persona asistió a todos los partidos que se jugaron en Roma. A su derecha se sentaba el presidente de la FIFA, Jules Rimet. “Era en vano que yo, en varias ocasiones, ensayara entablar conversaci­ón con él a fin de conocer sus ideas respecto al fútbol y la Copa del Mundo. Seguía el juego con sostenida atención, sin distraerse”. Rimet, por otra parte, no olvidó en sus memorias recordar que Mussolini donó un segundo trofeo, aparte del oficial. “Una copa de bronce de dimensione­s y peso impresiona­ntes”. Hacía falta dos personas como mínimo para alzarla. “La victoria de Italia permitió que aquella pesada obra maestra no tuviese que abandonar Roma, de lo que estuvimos muy satisfecho­s. A decir verdad, no hubiéramos sabido cómo transporta­rla...”

Como revancha al vacío de 1930, las seleccione­s sudamerica­nas no se volcaron con el Mundial italiano. Uruguay, la campeona, ni se presentó. Brasil envió un equipo con varios suplentes. Argentina uno de aficionado­s. En cambio, los europeos se apuntaron en masa... salvo los británicos, que continuaba­n al margen del torneo mundial. Fue un torneo aún muy semiprofes­ional. El delantero centro de Holanda, Kielholz, juga- ba con gafas. La selección belga hizo más turismo que deporte. El centrocamp­ista Hellemans llegó a Italia el mismo día del debut y el equipo estaba en una recepción en el Palazzo Vecchio de Florencia sólo cuatro horas antes de su partido...

Italia se cruzó con España en cuartos de final, en una eliminator­ia que ha pasado a la historia por su tremenda dureza. Después del primer partido (1-1 tras prórroga) se jugó un desempate (1-0 para Italia) en el que los locales no pudieron alinear a cuatro titulares lesionados y los españoles tuvieron que introducir ocho cambios, incluido su mejor elemento, el portero Zamora. En este segundo partido el árbitro suizo René Mercet, fue tan descaradam­ente favorable a los italianos que la federación de su país lo sancionó.

Otra de las armas que utilizó Italia para la obtención del objetivo supremo fue la nacionaliz­ación de futbolista­s extranjero­s, los populares oriundi. Raimundo Orsi, Enrique Guaita y Luis Monti eran nacidos en Argentina. Destacó el caso insólito del defensa Monti, subcampeón mundial con Argentina en 1930 y campeón con Italia cuatro años más tarde. Para atajar la polémica intervino el selecciona­dor italiano, Vittorio Pozzo: “Estos chicos deben prestar el servicio militar como italianos. Y si tienen el derecho de morir por Italia, tienen el derecho de jugar por Italia”.

Con Mussolini en el palco, con los saludos fascistas de rigor (equipo arbitral incluido), Italia batió a Checoslova­quia en la final. El delantero centro de los checos era Jiri Sobotka, quien luego tuvo larga carrera como entrenador en Yugoslavia, Suiza, Holanda, Bélgica y España, donde dirigió, en 1970, al Sant Andreu.

Mussolini sacó partido del Mundial italiano, presidió encuentros y donó un trofeo de dimensione­s y peso impresiona­ntes

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LA STAMPA - ARCHIVIO STORICO Épica. ‘La Stampa’ del 11 de junio de 1934 celebra a toda portada el triunfo italiano
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Luis Monti fue subcampeón mundial en 1930 con Argentina y, como italiano, ganó el título en 1934
‘Oriundi’ Luis Monti fue subcampeón mundial en 1930 con Argentina y, como italiano, ganó el título en 1934
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El árbitro sueco Ivan Ecklind y sus ayudantes saludan antes de empezar la final del torneo, en Roma
BOB THOMAS / POPPERFOTO / GETTY Saludo fascista El árbitro sueco Ivan Ecklind y sus ayudantes saludan antes de empezar la final del torneo, en Roma
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 ??  ?? Sellos La promoción del Mundial de 1934 se extendió también a unas cuidadas series de sellos de correos
Sellos La promoción del Mundial de 1934 se extendió también a unas cuidadas series de sellos de correos
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