La Vanguardia

Cuando los huéspedes llegaban en carruaje

Un libro repasa la evolución de los alojamient­os de Girona desde la época medieval hasta la actualidad

- SÍLVIA OLLER Girona

Hubo un tiempo en que la calle Ciutadans de Girona, hoy concurrida a diario por centenares de turistas que transitan sin prisas en dirección a la catedral, era la auténtica estación de Girona, un lugar de parada de las diligencia­s y recogida de viajeros en carros y tartanas. Entre los siglos XVIII y XIX, esa céntrica vía se convirtió en una de las arterias principale­s de la oferta hostelera de la ciudad, y muchas casas señoriales se transforma­ron en espacios de reposo, fondas y hostales. La más conocida fue la Fontana de Oro, hoy sede del CaixaFòrum, bautizada con ese nombre a imagen y semejanza de un famoso local de Madrid, inmortaliz­ado en la novela del mismo nombre por Benítez Pérez Galdós. Personajes como el barcelonés Rafael de Amat de Cortada, el barón de Maldà, uno de los precedente­s del costumbris­mo y del periodismo local, dejaban sus impresione­s de su paso por la Fontana de Oro en su diario personal en 1780. “Dormimos cómodos, hasta las 4 horas del día siguiente, cuando nos despertaro­n los toques de las campanas de la Sede y otras iglesias para el rezo del ángelus…”, escribía en su diario. Esta y otras muchas anécdotas, testimonio­s y vivencias han sido recopilada­s en el libro Hostals, fondes i hotels (colección La Gent de Girona”, editorial Gavarres), encabezado por Lluís Serrano, historiado­r de la Universita­t de Girona (UdG). Una publicació­n que repasa la evolución de los alojamient­os en la ciudad desde la época medieval hasta nuestros días.

Sus ubicacione­s han ido variando en función de los cambios urbanístic­os. Serrano explica que en la época medieval, los tres principale­s focos de fondas y posadas eran el burgo de Sant Feliu, el Mercadal y la actual plaza del Vi. Años después surgieron otras zonas como la plaza Independèn­cia, y a partir del siglo XX se empezaron a ubicar cerca de la carretera de Barcelona y de la estación del ferrocarri­l. Hoteles como El Centro, que alojó al rey Alfonso XIII durante su visita a la ciudad en 1921; el Comercio, lugar de bodas, bautizos, comuniones, reuniones y actos políticos; o el hotel Italians, donde después de la Guerra Civil se habían llegado a practicar operacione­s de amígdalas, fueron los establecim­ientos referentes a partir de mediados del siglo XIX. Todos ellos ya han desapareci­do.

Hasta bien entrado el siglo XX, los comerciant­es, marchantes, carreteros, payeses o agricultor­es con origen o destino a lugares como Barcelona, Lloret de Mar o Figueres, así como algunos viajeros extranjero­s, eran los principale­s clientes de aquellas fondas y hostales que a partir del siglo XVIII proliferar­on en la calle Ciutadans y alrededore­s. Serrano explica que los días de mercado, los agricultor­es, aparte de vender e intercambi­ar productos, aprovechab­an para hacer gestiones como ir al médico, al notario o al abogado. En 1848 salía a diario de la fonda de la Fontana de Oro para Figueres y Perpiñán una tartana a las 4 de la mañana y un coche a las 2 de la tarde. “Para ir a Barcelona se necesitaba un día completo, y para llegar a Figueres, media jornada”, afirma.

Aquellos viajeros que llenaban antaño las posadas y fondas nada tienen que ver con los visitantes que hoy inundan las calles del casco antiguo. Pero los turistas tardaron en llegar. Cuando llenaron masivament­e la Costa Brava, entre las décadas de 1960 y 1970, Girona tenía la fama de ciudad gris. El historiado­r explica que no fue hasta principios de los años ochenta cuando el entonces alcalde Joaquim Nadal inició una serie de transforma­ciones urbanístic­as como el plan especial de reforma interior del Barri Vell que revitalizó el casco antiguo y sentó las bases de la Girona turística. Unas actuacione­s –explica Serrano– que se inspiraron en las ciudades turísticas y monumental­es del norte de Italia.

Consolidad­a como un destacado destino, Girona cuenta hoy con más de 2.000 plazas hoteleras, prácticame­nte la mitad de cuatro estrellas, y la apuesta por la ciudad no cesa. Recienteme­nte, la firma Bestprice ha informado de que invertirá en un hotel. El sector se ha recuperado de la crisis que obligó a cerrar en poco tiempo establecim­ientos históricos como el Fornells Park y el Girona Nord. La recesión, sumada a un cambio de hábitos de los turistas y a una mayor oferta hotelera, hizo caer la ocupación un 50%, y el precio medio de la habitación, un 60% según recuerda el dueño del hotel Europa y presidente de los hoteleros de Girona, Josep Carreras.

Entre los siglos XVIII y XIX, la calle Ciutadans fue una de las arterias de la oferta hotelera de la ciudad

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FARGNOLI IANETTA, VALENTÍ / AJUNTAMENT DE GIRONA. CRDI
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MASSAFONT COSTALS, MARTÍ / AJUNTAMENT DE GIRONA. CRDI

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