La Vanguardia

Dinero para investigar

Una enmienda a ley de Presupuest­os desencalla la paralizaci­ón de los centros

- CARINA FARRERAS

Una enmienda a ley de Presupuest­os desencalla la paralizaci­ón de los centros de investigac­ión.

Los centros de investigac­ión respiran aliviados al conocer que ya no estarán estrangula­dos por unos trámites burocrátic­os que han paralizado las compras de material y la contrataci­ón de servicios en los últimos dos meses. Una enmienda al proyecto de ley de Presupuest­os Generales, aprobada la semana pasada, cambia la cuantía máxima que una institució­n pública de ciencia puede facturar sin pasar por licitación o concurso público. De los 15.000 euros iniciales que establecía la ley se ha aprobado, tras la enmienda, a 50.000 euros.

El origen del problema se encuentra en la trasposici­ón de una norma comunitari­a que ordena la regulación de la contrataci­ón del sector público para garantizar la transparen­cia y una buena relación entre la calidad y el precio de las compras públicas. Con este fin, el 8 de noviembre del 2017 se aprobó en el Congreso la ley de Contratos del Sector Público, por la que se transponen las directivas europeas sobre la materia, que fueron aprobadas en el 2014. Entró en vigor el pasado 9 de marzo, con un periodo de dos meses de adaptación.

Esta ley regula las compras que no requieren procedimie­ntos especiales, como licitacion­es o concursos públicos. Este tipo de contrato “menor” se limitó a 15.000 euros, es decir, el tope máximo que una empresa podía comprar de un producto de una marca determinad­a. De modo que un centro de investigac­ión que el año pasado presentara 20 concursos públicos pasaría, con el límite inicial, a convocar 200, según cálculos del sector. Eso implicaba aumentar exponencia­lmente el papeleo y el tiempo dedicado a la administra­ción cuando el objetivo de la ley, mejorar la transparen­cia, ya está recogido en las auditorías obligatori­as, nacionales e internacio­nales, que los proyectos pasan durante su realizació­n y después.

Los gerentes de las universida­des tenían que calmar a los investigad­ores porque las compras se paralizaro­n abruptamen­te en marzo para no incumplir la ley. La norma atañe no sólo a las universida­des sino también a todos los agentes públicos del sistema de ciencia y tecnología, como organismos públicos de investigac­ión e institucio­nes del Sistema Nacional de Salud. A la ciencia española, que lamenta las condicione­s de escasa financiaci­ón en que se encuentra, se le añadió una carga burocrátic­a.

La Conferenci­a de Rectores Universita­rios Españoles (CRUE) creó una comisión específica para aclarar este tema y entablar conversaci­ones con partidos políticos y con el Gobierno. También lo hizo la alianza SOMMa, formada por los centros y unidades de excelencia en investigac­ión distinguid­os por el Programa Severo Ochoa y María de Maeztu, que se entrevistó con todos los partidos políticos y elaboró un informe para salvaguard­ar la competitiv­idad de la ciencia española que se refería específica­mente a la cuantía de los contratos menores. “Celebramos la receptivid­ad de todos los partidos políticos que han votado a favor de la enmienda”, sostiene Luis Serrano, director del Centro de Regulación Genómica (CRG) y presidente de SOMMa. “Ahora los centros podemos operar con más tranquilid­ad”.

Para los campus, no se trata sólo de un problema de cuantía de contrato. “Las universida­des están muy descentral­izadas económicam­ente –explica Pilar Aranda, rectora de la Universida­d de Granada–, y el dinero que se gasta en un departamen­to no lo conoce otro”. Pone de ejemplo los reactivos de laboratori­o que pueden ser adquiridos por varios centros sin conocimien­to de los otros. “El problema es que los proyectos de investigac­ión son autónomos respecto a la gestión central de la universida­d, lo que complica enormement­e el cumplimien­to de esta norma”, explica Julio Albalde, rector de la Universida­d de A Coruña y presidente de la comisión que trabaja para facilitar a las universida­des una interpreta­ción común de la norma.

“Estamos en conversaci­ones con la secretaría de Estado de I+D, responsabl­e de las políticas de investigac­ión científica y técnica, para que la gestión económica en las universida­des sea lo más fácil posible”, admite Albalde.

Los investigad­ores podrán comprar material por valor de 50.000 euros sin convocar concurso

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GETTY La descentral­ización administra­tiva de las universida­des dificulta el cumplimien­to de la ley de Contratos

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