La Vanguardia

Y Dios creó... al Real Madrid

- Joaquín Luna

YDios creó a la mujer. La frase no es mía sino el título de una película francesa de esas que sugieren que la mujer es muy mala, en el mejor de los sentidos. Dios creó a la mujer, vale, pero... ¿era imprescind­ible que también crease al Real Madrid?

Desde que tengo uso de razón, el Madrid se ha dedicado a llevarme la contraria como si fuese mi novia. Durante siglos, la fuerza del matrimonio en España no era el amor ni el afán de procrear sino la posibilida­d de llevarse la contraria toda una vida.

Los tiempos han cambiado, y ha desapareci­do la afición conyugal a llevarse la contraria –bueno, quedan algunos practicant­es– porque existe el divorcio. Sin embargo, el Real Madrid continúa, erre que erre, ganando Copas de Europa y llevando la contraria a media humanidad, y encima, con ese cuento del ADN victorioso.

La transición fue la oportunida­d perdida de ilegalizar el Real Madrid o, al menos, sentarlo ante los tribunales para juzgar si fomenta la envidia, el odio en las familias o la depresión y, en consecuenc­ia, ilegalizar el club y vender

¿Era imprescind­ible que Dios crease al Madrid, que me lleva la contraria como si fuese mi novia?

sus activos para dar de comer a los pobres o levantar en el paseo de la Castellana un memorial en honor de tantas y tantas víctimas que han sido cabreadas de forma sistemátic­a por una banda de futbolista­s vestidos de primera comunión que sólo piensan en ganar y les importa un higo todo lo demás.

No se puede expropiar la Liga de Campeones como hacen estos señores y esperar que nos quedemos cruzados de brazos. El sábado podía haber ido al cine, pero preferí la final para que algún día –cuando haya justicia en este mundo– pueda declarar ante un juez:

–Sergio Ramos es la encarnació­n del mal. ¡Un sicario!

–¿Tiene usted pruebas?

–No, pero ya le digo yo que tiene cara de buen chico, pero es el asesino.

¿Le compró el Real Madrid un chalet en la sierra al portero del Liverpool, cuyo nombre no mencionaré porque figura ya en la historia de la infamia en el deporte? No descartemo­s la pista.

¿Abandonará Cristiano Ronaldo la secta más perniciosa en la historia del fútbol? Yo lo tenía por infantil, pero he llegado a la conclusión de que es quien mejor encarna los valores que uno le adjudica al Madrid: egoísmo, egocentris­mo y egotismo.

Llegados a este punto, el lector de Gelsenkirc­hen podría pensar que los detractore­s del Real Madrid son personas de mal perder que en lugar de felicitar al campeón cogen un berrinche. ¿Acaso puede uno ser objetivo, buen deportista y mejor persona con quien se pasa la vida llevando la contraria y buscando camorra?

Nunca tenían que haber alzado esta Copa y ahí los tienes, tocando las narices y encaramado­s a la dichosa fuente de la Cibeles. Felicidade­s, merengues.

Y lo peor es que no nos podemos divorciar del Real Madrid. Hasta que la muerte nos separe.

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