Hallados otros dos almacenes ilegales de pólvora en la localidad de la explosión
Los depósitos son del propietario del que estalló el miércoles y mató a dos personas
El depósito clandestino de material explosivo que estalló el pasado miércoles llevándose por delante dos personas y una docena de casas en Tui (Pontevedra) no era el único que poseía en esa misma zona Francisco González Lameiro, el propietario de la pirotécnica La Gallega, clausurada hace tres años por carecer de licencia urbanística. La Guardia Civil intervino durante el pasado fin de semana dos depósitos ilegales en las cercanías de las instalaciones de la empresa. En el localizado el sábado se encontró media tonelada de explosivos, a los que hay que sumar la tonelada que había en la zona del siniestro y la cantidad intervenida ayer mismo.
El hallazgo de los zulos se produjo después de que el viernes la juez de guardia de Tui pusiese en libertad a Francisco González Lameiro, tras haber estado dos días detenido por la Guardia Civil. No tuvo que abonar fianza alguna y sólo afronta la obligación de comparecer quincenalmente en el juzgado mientras está investigado por los presuntos delitos de homicidio imprudente, daños imprudentes y lesiones imprudentes, así como otro de riesgo catastrófico en la modalidad de delito de riesgo provocado por explosivos y otros agentes.
La falta de medidas cautelares después de una tragedia en la que murieron dos personas, 37 resultaron heridas y hubo una docena de casas destruidas al completo, así como daños de diversa magnitud en dos centenares, ha causado sorpresa y enfado en Tui.
Fuentes próximas al caso señalaron que, pese al malestar social, jurídicamente no quedaba otro remedio que actuar como lo hizo la titular del juzgado de instrucción número 1 de Tui. Ahora la cuestión es si una vez que han aparecido más explosivos, la juez lo vuelve a llamar y si decreta medidas cautelares, sobre todo si como todo parece indicar en su comparecencia no reconoció la existencia de los otros dos zulos.
Los nuevos depósitos clandestinos se hallaban en la parroquia de Baldráns, la misma en la que se encuentran las clausuradas instalaciones de la pirotécnica La Gallega. Durante el registro de ayer domingo se vio en estado de gran abatimiento al propietario de la empresa, mientras se producía otro gran despliegue de agentes de la Guardia Civil y artificieros.
En portugués, ese idioma que tanto se escucha en la fronteriza villa de Tui, existe la expresión de “ter sorte no azar”. “Sorte” es buena suerte, mientras que en la lengua lusa “azar” significa fatalidad, de manera que esa frase hecha se podría traducir como tener buena suerte en la mala suerte, o fortuna en la desgracia. Y eso es exactamente lo que pasó el miércoles sobre las cuatro y media de la tarde cuando en la aldea de A Torre hizo
explosión el polvorín clandestino que tenía en una de las viviendas González Lameiro.
“Si sucede por la noche o un poco antes, a la hora de comer, la catástrofe pudo ser mucho peor”, comenta Carlos Vázquez Padín, alcalde de Tui. Padín señala que en cualquiera de esos supuestos, sobre todo en el nocturno, el número de víctimas habría sido muy superior al de las dos que hubo, un matrimonio de origen marroquí que ocupaba una casa cercana a la propiedad en la que se almacenaba de forma clandestina el material pirotécnico.
La familia de Abdelkhalek el Bouabi Hailas y Ezzoura Bouadel, él de 56 años y ella de 45, era una de las pocas que se encontraban dentro de las viviendas cercanas en el momento de la explosión, cuando se formó en el cielo un hongo que recordaba a las películas sobre el holocausto nuclear. El alcalde señala que hubo una fatal coincidencia, pues a esa hora la mujer tenía que estar en otro lugar, siguiendo el curso de español en el que estaba matriculada, pero no acudió porque estaba indispuesta, mientras que su marido estaba descansando, siguiendo los ritmos del Ramadán. Padín sostiene que los dos niños de la familia se salvaron porque estaban en la parte de debajo de una litera, y el mayor, tras ver cómo se moría su madre, sacó al pequeño de la casa.
La falta de medidas cautelares judiciales sobre el dueño de los zulos causa indignación en el pueblo