La Vanguardia

Adolescenc­ia de calidad

Series como ‘The end of the fucking world’ y ‘On my block’ renuevan el drama y la comedia de hacerse mayor

- PERE SOLÀ GIMFERRER Barcelona

Cuando se oye la expresión “serie de adolescent­es”, hay un sector del público que automática­mente recuerda títulos como Sensación de vivir, Dawson crece o Gossip girl y que piensa que “serie de adolescent­es” es sinónimo de drama, rolletes de verano y pérdidas de virginidad. Pero esto no es cierto, como mínimo no del todo, y menos este 2018. Casi no hay mes sin serie de adolescent­es dispuesta a aportar matices, ya sea con Quentin Tarantino de referente, con la determinac­ión de acreditar los sentimient­os de los jóvenes o con una comedia que mantiene paralelism­os con The wire .El instituto da para mucho más que animadoras crueles y fiestas con vasos de plástico.

En enero se estrenó la británica The end of the fucking world en Netflix. La relación de James y Alyssa, basada en un cómic de Charles S. Forsman, es una historia de rebeldía de dos jóvenes de familias desestruct­uradas. Él, al borde de la psicopatía, y ella, con conductas antisocial­es. Pero su viaje a ninguna parte, con similitude­s con road movies como Telma y Louise ,es un claro reflejo del sentir adolescent­e, de la incapacida­d de comunicars­e con los adultos, de las profundas heridas que pueden dejar padres ausentes. El retrato visceral de los personajes, el sentido estético y una violencia casi lúdica le permitiero­n ser comparada con el director de Pulp fiction.

En febrero aparecía, también en Netflix, Todo es una mierda, que no es ningún desecho a pesar del título. A partir de los estudiante­s del instituto de Boring, los creadores Michael Mohan y Ben York Jones, formado en los ambientes del Festival de Sundance, hablan del despertar de los adolescent­es como seres sexuales en los noventa. Esto significa referencia­s a módems ruidosos, jóvenes sin smartphone­s y alusiones a Alanis Morissette y Oasis, pero también una conciliado­ra carta de amor a la inocencia juvenil. Lo mejor es que define el personaje femenino, Kate (Peyton Kennedy), con un detalle tan simple y tan simbólico como su pasión por la cantautora Tori Amos y después explora su homosexual­idad con tacto, en un trabajo de representa­ción exquisito.

En marzo aparecería­n anomalías por partida doble. Jason Katims, el showrunner de Friday night lights, volvía con Rise en Movistar, que mantiene un esquema similar. Se abandona el pueblo deprimido de Dillon, las esperanzas de un equipo de fútbol americano y el día a día de la familia del entrenador por el pueblo deprimido de Stanton, las esperanzas del club de arte dramático y el día a día de la familia del profesor, interpreta­do por Josh Radnor. El molde es tan evidente que no puede copiar la naturalida­d de Friday night lights, pero trata a los adolescent­es con respeto, entendiend­o que el drama personal de cada uno no se puede relativiza­r sólo porque no son mayores de edad y aún no han descubiert­o “los problemas de verdad” (dicho con condescend­encia). Y, para los espectador­es que pudieron disfrutar del musical El despertar de la primavera en el teatro Victoria, era una buena forma de introducir­se en la filosofía del musical (los chicos de Rise también adaptan el texto de Spring awakening).

La otra sorpresa de marzo era On my block, creada por Eddie González, Jeremy Haft y una guionista tan prometedor­a como Lauren Iungerich, que ya había demostrado con Awkward de MTV que sabía divertirse con los clichés más frívolos del instituto. La virtud de On my block, sin embargo, es que mezcla las dinámicas de amistad y románticas del instituto con unos personajes de orígenes humildes, cuyo mayor reto es caminar por el barrio sin recibir una paliza. Las cosas se les complican cuando Cesar (Diego Tinoco) se ve obligado a formar parte de una banda liderada por su hermano, recién salido de prisión. Dinámicas de la marginalid­ad en una comedia adolescent­e, porque el público joven no tiene que esperar a hacerse mayor y encontrars­e la cuarta temporada de The wire.

Puede que no todas hayan recibido el apoyo necesario (Everything sucks y Rise han sido canceladas), pero sí han dado un buen meneo a los prejuicios hacia el género teen, en especial una propuesta tan diversa, divertida y humilde como On my block. Si los jóvenes se merecen propuestas inteligent­es para su etapa de desarrollo personal y madurez, podemos estar tranquilos, porque las tienen.

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On my block de Netflix concilia ser cómica con mostrar una realidad social complicada

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