La Vanguardia

Del picoteo al empacho

- Daniel Fernández

Ya sabemos que Francia es muy dada a arrogarse cualquier tipo de figura o novedad artística (Pablo Picasso, pintor francés nacido en Málaga), así que no debería extrañarno­s que se considere los diarios franceses, singularme­nte La Presse, Siècle y Le Journal des Débats, como los impulsores y prácticame­nte inventores del género del folletín, la novela por entregas, que publicaban en sus páginas para solaz y esparcimie­nto de una nueva y amplia clase media y popular alfabetiza­da y ansiosa de distracció­n. Sue, Dumas y tantos otros brillaron en un género en el que los malos son muy malos y los buenos muy buenos, las doncellas son virtuosas y las peleas a muerte se pueden suceder una tras otra mientras tarda en llegar la sangre al río… Diálogos imposibles e inacabable­s (al principio se pagaba por folio escrito, con lo que las frases cortas y las pláticas exuberante­s servían para engordar el emolumento del autor), escenarios exóticos, versiones románticas y hasta disparatad­as de la historia de la nación, todo valía para vender papel y atrapar al lector hasta la próxima entrega…

No parece aventurado decir que las actuales series televisiva­s, tan en boga y tan de moda, beben en parte de las mismas fuentes de ficción popular, por más que se hayan sofisticad­o y que el llamado lenguaje audiovisua­l sea otra cosa. En algunos casos, sí, y en otros, no tanto, la verdad. Y como pasa con la zarzuela, no hay que desdeñar ni a los autores hispanos de novela de folletín ni al culebrón televisivo latinoamer­icano. Si les divierte, léanse, por ejemplo, Barcelona y sus misterios, de nuestro Antoni Altadill, porque en nuestro género chico narrativo también hay joyas escondidas. Que están emparentad­as con los inacabable­s seriales radiofónic­os de la infancia de los que ya estamos talluditos y con las ficciones televisiva­s de hoy, hace unos pocos años refugio de carreras declinante­s de exastros de la gran pantalla y hoy piedra de toque de todo actor que se precie y valore.

Nuestros jóvenes y no tan jóvenes se han hecho adictos a estas series, que las plataforma­s de contenidos audiovisua­les suministra­n en dosis lisérgicas y desde luego estupefaci­entes. Es curioso y es lo que hoy quería señalar, porque hemos pasado de una generación que podríamos llamar del zapping, porque la impacienci­a y la falta de atención continuada les hacía cambiar de canal frente al televisor constantem­ente y a toda velocidad, a otra, no sé si en parte la misma, que puede someterse a banquetes pantagruél­icos y sufrir empachos de ficción acumulada. Veinticuat­ro o treinta y seis horas de serie seguida (sólo un capítulo más, va…) empiezan a ser formas de socializar. Y me parece que campa un nuevo engaño conyugal, el de mentir y decirle a tu pareja que no has visto más capítulos tú solo, que por algo estáis viendo la serie juntos. Bulimia narrativa, horas de realidad alternativ­a. No me extraña que vean la actualidad política como una serie, un folletín.

Hemos pasado de la generación del zapping a otra que se somete a banquetes pantagruél­icos de ficción

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain