La Vanguardia

Froome se lleva el Giro con su futuro aún en el aire

El brillante triunfo del keniano cuelga del desenlace de un análisis dudoso de hace 8 meses

- XAVIER G. LUQUE Barcelona

Chris Froome confirmó su victoria el sábado, una vez superada la última etapa de montaña. Pasó por el podio, recibió los honores de líder (de la carrera y de la montaña) y visitó el programa diario de la RAI, un espacio sobre el Giro, Proceso alla tappa, que aparece en la antena televisiva italiana desde 1962, con algunas interrupci­ones. Todos los grandes campeones de los últimos cincuenta años han pasado por el Proceso. Por ejemplo, fue en este espacio, con presencia de periodista­s italianos de prestigio reconocido como Indro Montanelli, donde Eddy Merckx supo (1969) de su control positivo y quedó paralizado. El sábado pasado el protagonis­ta era Froome. Le pasaron un resumen en imágenes del Giro, los hechos más destacados de la vibrante edición del 2018... y las lágrimas empezaron a correr por las mejillas del ciclista de origen keniano. El Giro ya era suyo, el control de las emociones ya no era ni necesario ni posible. Y se soltó. “Ha sido una carrera brutal, la batalla de mi carrera,” reconoce Chris Froome emocionado.

Y los datos lo confirman: en el podio final lo han acompañado el neerlandés Dumoulin (el campeón del 2017) y el colombiano Superman López, que ha acabado tercero... ¡a casi cinco minutos! El año pasado sólo había 40 segundos entre los hombres del podio. Y para encontrar un tercero más alejado del campeón hace falta mirar atrás hasta el 2013. Ha sido un Giro durísimo. Otro dato que lo confirma: potenciale­s ganadores han desapareci­do del mapa. Fuera, expulsados de la zona noble de la clasificac­ión... o de la carrera. Abandonó Fabio Aru, incapaz de mantener un nivel digno. Ayer no pudo tomar la salida Thibaut Pinot. El sábado por la mañana era tercero de la general. Por la noche había perdido 45 minutos y acabó en el hospital con deshidrata­ción y fiebre. Sí han acabado los dos jefes de filas del Mitchelton, Yates y Chaves. Pero a una distancia sideral del campeón, a una y tres horas, respectiva­mente. Brutal, como dice al británico.

La última etapa de la carrera, un paseo por los monumentos de Roma, concluyó con victoria de Sam Bennett y una cierta polémica porque los corredores considerar­on demasiado peligroso el circuito urbano y amenazaron con no competir. Casi una hora de negociacio­nes permitió salvar mínimament­e el espectácul­o, pero sin cronometra­r los últimos kilómetros.

La victoria de Froome, forjada en la espectacul­ar cabalgata de 80 kilómetros por la ruta sin asfalto del alto Delle Finestre, entra ahora en un terreno resbaladiz­o. Por increíble que parezca, queda pendiente de la resolución del complicado caso del salbutamol en la Vuelta. Él defiende su credibilid­ad: “Tengo la conciencia limpia, espero que pronto todo el mundo vea las cosas desde mi punto de vista”, dice.

Pero el asunto puede alargarse todavía más y llegar el inicio del Tour (7 de julio) sin sentencia. La carrera francesa ha dejado entrever que podría aplicar el artículo de su reglamento que le permite recusar a todo participan­te que pueda afectar la imagen de la competició­n. ¿Se atreverán con Froome? ¿Y si lo hacen, cuanto tardaría el Sky en llevar esta decisión al TAS por vía de urgencia? Un Giro tan fantástico como el vivido no se merece este suspense.

CONFIANZA

“Tengo la conciencia limpia”, insiste el campeón del Giro, pero la decisión que lo libere no llega

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LUK BENIES / AFP Froome recibió ayer en Roma el trofeo senza fine, la copa que distingue a los ganadores del Giro de Italia

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