La Vanguardia

El Papa, Sinatra y yo

- XAVIER G. LUQUE PRÓXIMO CAPÍTULO: 1954. Suiza. Franco elimina a España

El 1 de julio de 1946, finalizada la guerra, la FIFA se despereza y en una cumbre en Luxemburgo anuncia varias decisiones de trascenden­cia: la expulsión de Alemania y Japón, la salvación de la bicampeona Italia, el reingreso de las federacion­es británicas y la concesión de dos sedes mundiales: Brasil para 1950 y Suiza para 1954.

El Mundial de fútbol regresó pues tras doce años de parón. ¡Y de qué manera! El desenlace, la inesperada victoria de Uruguay en Brasil y el drama consiguien­te, el maracanazo, son ya iconos ineludible­s de la historia de este deporte.

El torneo de 1950 quedó reducido a sólo 13 finalistas. Argentina, que aspiraba a la organizaci­ón, decidió no participar. Escocia también renunció, pero no así Inglaterra, que efectuó su debut mundialist­a. España obtuvo un brillante cuarto puesto, la mejor clasificac­ión de todos los tiempos para la roja hasta la victoria en Sudáfrica 2010. El Mundial brasileño fue el primero con dorsales en las camisetas, pero del 1 al 11, sin numeración fija aún. Fue el primero con un árbitro español: el barcelonés Ramon Azón dirigió el Brasil-Suiza. Y, sobre todo, fue el Mundial del inmenso Maracaná, el estadio de formas redondeada­s capaz de acoger hasta 200.000 espectador­es, erigido para mayor gloria de la selección anfitriona.

La evolución de la aeronáutic­a permitió a las seleccione­s europeas trasladars­e en avión hasta Río de Janeiro. No era un viaje cómodo, ni mucho menos. Desde Madrid la ruta sumaba 19 horas de vuelo en cuatro trayectos distintos. Primero hasta Lisboa (1h30m), luego hasta Dakar (6h), Recife (7h) y finalmente Río (4h30m). Pero no todos se apuntaron al avión: la selección italiana se mantuvo fiel al barco. Pesaba aún el trágico accidente de Superga (mayo de 1949) que había fulminado al mítico Torino. Durante la guerra, un federativo napolitano, Ottorino Barassi, retiró el trofeo de un banco romano y lo conservó oculto en una caja de zapatos debajo de su cama, para evitar que cayera en manos de los nazis.

De la participac­ión española

quedó la victoria sobre Inglaterra (1-0) con un gol de Zarra glorificad­o durante el franquismo como muestra de la superiorid­ad racial española. Sólo faltó que el presidente de la federación, Armando Muñoz Calero, aprovechar­a los micrófonos de Matías Prats para mandar “al Caudillo que nos estará escuchando” este mensaje: “¡Excelencia, hemos vencido a la pérfida Albión!”.

La historia del maracanazo se agranda con los años. Brasil era campeón hasta empatando y se avanzó en el minuto 47. Entonces el uruguayo Obdulio Varela se dirigió al juez de línea y le reclamó una ilegalidad inexistent­e que obligó al árbitro a intervenir, a los brasileños a interesars­e por el asunto y a la masa a detener la fiesta. Varela revertió psicológic­amente la situación y luego arengó a los suyos: “Ya les hemos callado, ahora a seguir jugando y a ganar a estos japoneses (inútiles)”. Uruguay empató en el minuto 66 y luego, mientras Rimet ya descendía al césped para entregar el trofeo a Brasil, marcó Alcides Ghiggia uno de los goles más trascenden­tales de la historia del fútbol. Uruguay, campeón. Silencio de muerte. El portero Barbosa fue considerad­o culpable y aún muchos años más tarde, cuando pretendió visitar a la seleçao, le negaron el acceso “porque das mala suerte”. Dijo entonces que “la pena máxima en Brasil son treinta años, pero yo he cumplido condena toda mi vida”. El selecciona­dor, Flavio Costa, tuvo que ocultarse en las entrañas de Maracaná, sin salir al exterior. En cambio, Ghiggia, luego jugador del Roma, vivió hasta el 2015 con el recuerdo de su fabuloso gol: “Sólo tres personas han callado Maracaná: el Papa, Sinatra y yo”.

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A pesar de la diferencia horaria, el Mundial de Brasil tuvo un destacadís­imo seguimient­o en la prensa española,
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HEMEROTECA LV Expectació­n A pesar de la diferencia horaria, el Mundial de Brasil tuvo un destacadís­imo seguimient­o en la prensa española, incluso en los medios de informació­n general. La roja ya era ‘cuestión de Estado’
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PANTA ASTIAZARAN / AFP
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Proscrita Tras el Mundial, Brasil retiró su camiseta blanca para implantar la amarilla
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El gol de Zarra Un cenicero de recuerdo del gol, mitificado en la propaganda franquista

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