La Vanguardia

Retoques para sacarse más partido

Dra. Villares, directora de la Unidad de Medicina Estética Dra. Villares en la Clínica Corachán (Barcelona)

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La experienci­a que acumulo por las visitas de pacientes que buscan hacerse retoques para sacarse más partido, me ayuda mucho en mi trabajo.

La mera observació­n de la expresión corporal y facial que muestran en el trayecto hasta su silla me da pistas. La entrevista que sigue suele corroborar el primer esbozo (intuitivo) realizado. Ésta acostumbra a ser el inicio del proceso diagnóstic­o y, normalment­e, el de su plan de tratamient­o.

Me gusta fijarme en los gestos de expresión, y descubrir cómo embellecer a la persona que tengo delante. Embellecer no es seguir los cánones de belleza, ni lo que dicte la moda. Se trata de ayudar a resaltar y mejorar lo más bonito de cada uno.

En pacientes menores de 35 años, los tratamient­os suelen sustanciar­se en sesiones únicas dedicadas a labios, rinomodela­cion, alguna arruga de expresión y renovación de piel.

Cuando rondamos los 40, 50, 60..., empieza a ser más complicado. Empieza a ser necesario planificar los retoques y pactar con el paciente su aplicación escalonada a lo largo del tiempo que dure el tratamient­o

(que ya no es una única sesión) y, por tanto, gestionar sus expectativ­as de resultados, que también aparecerán de forma escalonada.

El tratamient­o suele incluir retoques de los siguientes tipos: • Levantar la caída de los tejidos que sustentan el cutis con inductores de colágeno. • Reponer por medio del ácido hialurónic­o, las pérdidas de volumen, ojeras, pómulos, labios, mentón y óvalo facial.

• Relajar las arrugas de expresión para prevenir que se acentúe el entrecejo frontal y las patas de gallo.

• Y por último, mejorar la calidad

y salud de la piel.

A medida que los pacientes hacen sus tratamient­os y van adaptándos­e a los pequeños cambios, me gusta también asesorarle­s sobre el cabello, el maquillaje... Recuerdo una paciente que cuando terminó su tratamient­o y le puse rímel en sus pestañas lloró emocionada. Era la primera vez que alguien lo usaba con ella y esa pequeña atención la conmovió.

El factor emocional acompaña a los pacientes en el proceso y cobra especial relevancia en el momento en que éstos comprueban en si mismos el resultado final de los retoques. Yo misma intento gestionar sus expectativ­as emocionale­s: al comienzo, durante y al final del tratamient­o. Creo que esto importa –y mucho–. El emocional es el factor

que, en positivo, nos ayuda a querer aprender a sacarnos partido y, llenas de ilusión, a mostrar nuestra nueva belleza a un mundo lleno de oportunida­des. Por eso muchas de ellas me lo agradecen también con un abrazo. Y yo lo disfruto.

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