La Vanguardia

La América más salvaje

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

Si la historia se le hubiera ocurrido a algún guionista segurament­e alguien le habría dicho que deliraba, que quién se iba a creer que la llegada de un grupo de seguidores de un gurú indio a un rincón perdido de Estados Unidos derivara en un pulso feroz al Estado, envenenami­entos masivos, amén de intentos de homicidio y fraude electoral. O que el gobierno creara un grandioso dispositiv­o para juzgar a sus dirigentes, como si lo que estuviera en juego fuera la misma superviven­cia del sistema.

Aunque atractiva, pocos habrían considerad­o creíble la historia aunque lo narrado es real: el choque entre los seguidores de Bhagwan Rajneesh –luego Osho– con los habitantes de un pueblo perdido en Oregón donde compraron inmensos terrenos para levantar una comuna y vivir libremente su culto. Un “experiment­o maravillos­o” para algunos de sus miembros, un “auténtico peligro” para otros.

“Tengo 300 horas de imágenes de la historia más loca jamás ocurrida en el estado de Oregón”, dijo un archivista a Chapman y Maclain Way, hermanos y directores de cine. Ese hipnótico material y entrevista­s con protagonis­tas son la base de Wild wild country, una serie documental de Netflix que ha sido un inesperado fenómeno en EE.UU.

El público, en especial los millennial­s, ha redescubie­rto unos sucesos tan reales como disparatad­os que conectan extrañamen­te con debates actuales sobre inmigració­n, identidad, libertad religiosa o armas. “Te hará replantear­te tus puntos de vista más que cualquier informativ­o de autor”, según la revista Vice. No es poca cosa en un momento de extrema polarizaci­ón de la opinión pública en que la realidad se analiza cada vez más en términos de blanco y negro. O buenos y malos, como le gusta decir a Donald Trump. En Wild wild country se hace difícil emitir juicios. Los buenos cometen actos indefendib­les. Los que parecían malos son también víctimas.

La historia contiene los ingredient­es de un buen drama americano: luchas de poder, juicios y armas, espiritual­idad y sexo. Bhagwan y sus seguidores llegaron a Antelope, una pequeña comunidad rural, blanca y conservado­ra en 1981 y espantaron a sus vecinos con su desinhibid­a defensa del sexo libre y la rapidez con que levantaron su ciudad –Rashneespu­ram– donde vivieron 7.000 personas. El choque entre los dos mundos, irreconcil­iables, fue total desde el momento en que los rajneeshes (los seguidores) intentaron hacerse con el poder.

Hubo bombas y un envenenami­ento masivo de la población del condado para impedir que votara. Recogieron vagabundos para inflar su censo y los sedaron cuando se pusieron violentos, antes de abandonarl­os. “Tuvimos que defenderno­s de los que nos querían expulsar de nuestras tierras”, declaró a La Contra hace unos días Ma Anand Sheela, secretaria personal de Bhagwan y protagonis­ta de una historia de redención personal. La fascinació­n que ha provocado su personaje ha hecho las delicias de los medios de ultraderec­ha.

“Éramos gente muy inteligent­e. Muchos tenían doctorados, la mayoría eran universita­rios y habían hecho carrera. ¿Cómo acabamos sujetos a un sistema totalitari­o? ¿Por qué eso no aparece en Wild wild country?”, se pregunta Satya Franklin, autora de un libro sobre los peligros del culto, en Newsweek. “Ver el documental es extraño si estás pendiente de si aparecerá un ser querido”, ha escrito en The Atlantic Ronnit Feinglass, que de niña pasó años en la comuna. Al igual que Franklin, critica que se omita “cómo se alentaba a someterse a esteriliza­ciones y vasectomía­s porque Bhagwan pensaba que los niños eran un obstáculo para la iluminació­n”. El documental deja más cabos sueltos, como las boyantes finanzas del grupo, que practicaba una espiritual­idad no reñida con el materialis­mo (Osho tenía 97 Rolls Royce).

Con el éxito de la serie, algunos se han asomado por Antelope. “No hay mucho que hacer pero quieren ver el lugar del crimen”, bromeaba el exalcalde, John Silvertoot­h, en Fox 12 Oregon. Queda, intacta, la escuela infantil, que nunca se reabrió, o la pista de aterrizaje en Rajneeshpu­ram, que aún es territorio espiritual: hoy alberga los campamento­s juveniles del grupo cristiano Young Life. Pura América.

EE.UU. revive la disparatad­a historia de la comuna del gurú indio

Osho en Oregón

‘Wild wild country’ cuestiona la visión de la realidad en términos de ‘buenos’ y ‘malos’

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La serie documental muestra cómo las teorías del maestro
Osho pusieron contra las cuerdas al poder convencion­al
NETFLIX. Culto y espiritual­idad La serie documental muestra cómo las teorías del maestro Osho pusieron contra las cuerdas al poder convencion­al
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