La Vanguardia

Italia, abocada de nuevo a las urnas

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ITALIA está de nuevo inmersa en una grave crisis institucio­nal. La decisión del presidente de la República, Sergio Mattarella, de rechazar la propuesta del M5E y de la Liga de nombrar un ministro de Economía euroescépt­ico trajo consigo la renuncia de Giuseppe Conte a formar gobierno. Ello aboca al país a nuevas elecciones puesto que Carlo Cottarelli, el exdirectiv­o del FMI a quien Mattarella encargó ayer la formación de un gobierno técnico, previsible­mente no obtendrá el necesario respaldo parlamenta­rio.

Mattarella decidió el domingo ejercer plenamente sus atribucion­es como jefe del Estado y consideró inaceptabl­e que el candidato a la cartera de Economía fuera un euroescépt­ico partidario de sacar a Italia de la moneda única. En una decisión profundame­nte europeísta, Mattarella asumió el riesgo de enfrentars­e a la mitad de la población italiana –que avaló con su voto un gobierno grillino-liguista– poniendo por delante los intereses del país. Su plan B –el Gobierno técnico que ayer encargó formar a Cottarelli, un experto en recortes del gasto público– está condenado en principio al fracaso pues los partidos antiestabl­ishment lo rechazarán en el Parlamento gracias a su mayoría, lo que llevará al país a unas nuevas elecciones después del mes de agosto.

Unos comicios que, según las últimas encuestas y a tenor de la vigente ley electoral, no harán variar excesivame­nte el mapa político ,aunque sí indican una subida de votos de la ultraderec­hista Liga y que el M5E difícilmen­te repetirá el 33% de votos logrado en marzo. Queda por ver si se repetiría la coalición entre los dos partidos.

El enfrentami­ento abierto entre el presidente de la República y los partidos ganadores de las últimas elecciones ha creado una crisis institucio­nal. Mattarella ha asumido en solitario la defensa de la identidad europea de Italia frente a las formacione­s populistas y euroescépt­icas que fueron las más votadas y que ahora acusan al presidente de ignorar el voto de la ciudadanía y extralimit­arse en sus funciones. Todo ello deja al país inmerso en un mar turbulento –incluso con la amenaza de una posible petición de impeachmen­t al jefe del Estado– que muchos dudan de que se calme tras unos nuevos comicios.

La crisis italiana, que ya preocupaba a Bruselas, ha encendido ahora todas las alarmas. La Unión Europea tiembla ante la perspectiv­a de que se prolongue en el tiempo y tenga graves repercusio­nes políticas y financiera­s para un país que es la tercera economía de la eurozona. El imbroglio italiano no sólo continúa sino que se agrava, y pocos dudan de que este ferragosto será más caliente que nunca en el país transalpin­o.

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