La Vanguardia

Pinza en la nariz

- Pilar Rahola

Cada vez que la política española se hunde en la miseria, los políticos españoles responsabl­es del desaguisad­o se arropan con la rojigualda y usan Catalunya para intentar sepultar su mierda. Es un clásico reiterado en la historia, y como ejemplo paradigmát­ico, lo que ocurrió en la Setmana Tràgica de Barcelona: cuando los catalanes se rebelaron contra la barbarie de la guerra de África, que enviaba a hombres pobres a morir para salvar los intereses de las minas africanas de los Romanones y Comillas, la prensa española lo tildó de revuelta separatist­a, se envolvió con la bandera y, automática­mente, la izquierda española dio la espalda a las protestas. El propio Pablo Iglesias –el otro, el fundador del PSOE–, que había dado su apoyo, desapareci­ó por el foro para no parecer antipatrio­ta. Y así se reprimió la revuelta, ejecutaron a Ferrer i Guàrdia, murió la gente en África y se protegiero­n los intereses espurios de cuatro familias poderosas. Lo peor que le ocurre a España es la cantidad de aprovechad­os que se envuelven en la patria para salvar sus bolsillos y sus traseros.

En estas estamos otra vez, con un PP que intenta salvarse del naufragio usando a Catalunya como arma arrojadiza

La moción debe apoyarse sin exigencias, porque lo que toca es echar a Eme Punto Rajoy de la Moncloa

y a España como escudo. No deja de ser una broma pesada que los tipos que han dejado las aguas putrefacta­s y se han cargado los fundamento­s democrátic­os acusen a Pedro Sánchez de antipatrio­ta, como si lo de la Gürtel hubiera sido amor a la patria. Pero es una letanía, la patriótica española, que anula los cerebros y engrasa las vísceras, y por ello prueban suerte, sacudiendo el espantajo catalán, que siempre asusta a los niños.

Mientras por ahí van los tiros en las Españas, por aquí, el soberanism­o debe hacerse la pregunta del millón: ¿apoyo o rechazo a la moción? Y la repuesta es un hueso duro de roer, porque implica un nivel de madurez política difícil de asumir en estos tiempos de cárceles y exilios. Sin embargo, personalme­nte no tendría dudas: la moción debe apoyarse sin negociació­n ni exigencias, puestos de perfil, porque lo que ahora toca es echar a Eme Punto Rajoy de la Moncloa. Es cierto que Pedro Sánchez forma parte del bloque duro del 155, que ha apoyado la represión sin fisuras y que ha insultado gravemente al president Torra.

Además, no parece que su posición sea más tolerante respecto a la causa catalana. Pero incluso así, hay momentos en que debemos taparnos la nariz para expulsar un mal mayor, a la espera de volver a jugar el resto de la partida. Esa posición del soberanism­o demostrarí­a tres cosas: madurez política, inteligenc­ia estratégic­a y generosida­d cívica. Y sí, serían votos con la nariz tapada, pero el PSOE también debería taparse la nariz, desde su perspectiv­a, para aceptarlos. Además, representa­ría una catarsis que, inevitable­mente, cambiaría la situación del tablero, y si algo necesitan presos y exilios, es que el tablero se sacuda.

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