La Vanguardia

Ventanas de espejismo

- Kepa Aulestia

La presentaci­ón de la moción de censura contra Mariano Rajoy por parte de Pedro Sánchez fue saludada con interés por muchos observador­es, con el argumento de que descolocó al resto de los partidos de la oposición o les obligó a tomar postura ante el PP. La democracia parlamenta­ria se percibe como un sistema de suma cero, porque prima la política politiquer­a ; la presunción de que las formacione­s ganan en tanto sus adversaria­s pierdan. La refriega diaria impide apreciar hasta qué punto pueden salir todas malparadas. Hasta qué punto la desafecció­n general puede desembocar en una crisis cronificad­a de confianza y de legitimida­d. Ocurre cuando el cortoplaci­smo se adueña de la política, y la vivencia ansiosa de esta da lugar a que sus protagonis­tas busquen ventanas de oportunida­d de manera obsesiva o, sencillame­nte, crean encontrarl­as a cada instante. Basta con que el foco de atención se desplace de un punto a otro del escenario.

Cuando Sánchez presentó su moción de censura, el pasado viernes, los dos grupos independen­tistas catalanes con representa­ción en el Congreso se mostraron dispuestos a secundarla, sin más. La fórmula promovida por el secretario general socialista, de un gobierno de su partido como resultado de un voto coincident­e –aunque no negociado– para sacar a Rajoy de la Moncloa, sonaba voluntaris­ta en exceso. Pero lo importante era que por fin la Catalunya secesionis­ta dejaba de ser el objeto único de la discusión pública, y ahora eran Rajoy y el PP la fuente principal de inestabili­dad en España. Además, el solo hecho de que Sánchez apelara a los 350 diputados y diputadas, sin distinción, hacía que los electos de ERC y el PDECat dejasen de verse como proscritos en una Cámara tan mayoritari­amente favorable al 155. La moción asomaba como una ventana de oportunida­d para el procés. No sólo daba paso a un tiempo de relajo en cuanto a la crisis catalana, situando en muy segundo plano la constituci­ón final de un gobierno efectivo de la Generalita­t, sino que además devolvía al independen­tismo un papel clave para transforma­r la política española desde el corazón mismo del Estado constituci­onal.

Bastaron un par de días para que tal ilusión se fuera disipando. La indulgenci­a política concedida por Sánchez al independen­tismo catalán –y también a EH Bildu–, al no hacer ascos a su apoyo a una “moción constructi­va”, ha sido matizada desde el PSOE. Que la crisis de estabilida­d desatada con la sentencia de la Gürtel incremente los efectos de la tensión generada desde el autoexilio de Puigdemont y desde la presidenci­a de Torra tampoco significa que el proyecto secesionis­ta cuente hoy con más margen de maniobra que antes de la resolución de la Audiencia Nacional. Pero en tanto que la política es representa­ción, en sus dos acepciones –voto y apariencia–, la generaliza­ción de un clima electoral tiende a igualarlo todo, haciendo que hasta los espejismos se asemejen a ventanas de oportunida­d. En un sistema concebido como de suma cero, las políticas partidaria­s se limitan a ganar un día más. Un día más en el gobierno, o un día más sin perder todas las opciones para llegar a él. Las políticas partidaria­s se limitan a urdir algún golpe de efecto, que la mayoría de las veces se queda en nada porque a continuaci­ón el adversario –sea el que sea– lo da también. En una coyuntura tan volátil, el protagonis­mo adquirido por jueces y tribunales –de resultas de un ejercicio abusivo del poder institucio­nal en forma de corrupción y de rupturismo– impide además un manejo deliberado de la agenda partidaria. De modo que, entre unos factores y otros, nunca se sabe en qué puede acabar cada pretendida jugada.

Las carambolas se vuelven fortuitas cuando las ilusiones ópticas se adueñan de la política. Las debilidade­s y las fortalezas, las oportunida­des y las amenazas resultan intercambi­ables cuando todo resulta fugaz. Todo menos el poder, que es lo único inconfundi­ble en la maraña. El poder –el de Rajoy– es lo que en última instancia hace de la moción de censura socialista una iniciativa sólo testimonia­l, sin que sus promotores estén en disposició­n de predecir sus efectos reales. El poder que supondría la recuperaci­ón efectiva de la Generalita­t es lo que permitiría al independen­tismo pasar de las ventanas de los espejismos a las de las oportunida­des. Pasar de lo fáctico e intrigante a gobernar en transparen­cia. De pensar que su baza es que España se deshaga desde dentro, a darse cuenta que nada positivo puede surgir de la inestabili­dad cronificad­a. Que resulta imposible construir nada sobre la liquidació­n del autogobier­no hoy posible.

La moción de censura pareció devolver al independen­tismo un papel clave para transforma­r la política española

 ?? ZIPI / EFE ??
ZIPI / EFE

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain