Miedo al fracaso (paternal)
La directora catalana Mar Coll habla de la obsesión por controlar la vida de los hijos en ‘Matar al padre’ (Movistar)
Sentir miedo es un sentimiento muy humano. Y tenerlo ante la paternidad y la maternidad, una de sus variantes más extendidas. “Cuando tienes un hijo abres una puerta muy grande al miedo que además te acompaña toda la vida, temiendo que les pueda pasar algo en cualquier momento”, explica Mar Coll, directora y guionista, junto a Valentina Viso y Diego Vega, de Matar al padre, la nueva serie original de Movistar+ que se encuentra disponible completa (cuatro episodios de una hora) desde el pasado viernes en la plataforma.
La serie, que transcurre en Barcelona con varios saltos temporales entre 1996 y el 2012, está protagonizada por la familia Vidal, a quien dan vida los actores Gonzalo de Castro (Jacobo), Paulina García (Isabel), Marcel Borràs (Tomás) y Greta Fernández (Valeria). Una familia marcada por el carácter del padre, “un hombre rígido, miedoso y obsesionado por el control”, retrata Mar Coll, que en ese afán de sobreprotección acaba provocando que sus hijos se conviertan precisamente en víctimas de ese exceso de amor paterno. Con el paso del tiempo, y en plena crisis económica mundial, Jacobo comprobará cómo su vida y la de su familia no se corresponderá con lo que él había planeado.
La directora de Tres días con la familia define esta tragicomedia como “la historia de un fracaso”, la de este Jacobo que “al ser tan rígido no es flexible para aceptar diferentes versiones de la realidad”. Su verdad es la única y no cambia nunca. “Desde el primer momento teníamos claro que el personaje no iba a cambiar y que su esencia sería la misma de principio a fin”, añade el guionista Diego Vega mientras su compañera Valentina Visa puntualiza que sí existe algo de evolución en el personaje porque “en el fondo le pasan ciertas circunstancias a las que no es impermeable y porque se fragiliza por el paso de los años. Él no cambia pero a veces cede y se adapta a las nuevas situaciones”. Marc Coll revela que en todos los capítulos “hay un momento en el que Jacobo se cuestiona y parece que va a cambiar pero al final siempre se reafirma. Esa es la gracia”, sostiene.
Jacobo siempre opera desde la mejor de las intenciones pero acaba en la peor de las consecuencias, resume la directora. Sus obsesiones intoxicarán inevitablemente al resto de su familia y sus hijos acabarán heredando rasgos de su carácter: “Tomás hereda su miedo a la vida mientras y Valeria su dureza y agresividad”, analiza Mar Coll. En ese sentido, la serie busca “comprender cómo alguien puede hacer daño a quien tanto quiere”, apunta Valentina Viso.
¿Es una serie que puede invitar a la reflexión entre padres e hijos? “Puede servir un poco para hacer de diván como otras muchas series de relaciones familiares que interpelan inevitablemente al espectador”, contesta Coll, “aunque la voluntad no es juzgar a ningún personaje y en ese sentido parte de la propuesta es presentar a un protagonista muy extremo y a priori antipático para descubrir que, cuando nos ponemos en sus zapatos, hay cosas de él que también podemos tener nosotros”.
Con Barcelona como telón de fondo, la serie sorprende gratamente con algunos diálogos en catalán. “Al ser una serie a nivel nacional de Movistar, entendía que mayoritariamente se hablaría castellano, lo cual además me permitía trabajar con actores como por ejemplo Gonzalo de Castro. Pero como la acción transcurre en Barcelona lo más natural también era que se reflejara nuestra diversidad lingüística, y así lo hicimos sobre todo en el núcleo de amistades de Tomás”.