La Vanguardia

“La vida verdadera corre por tus venas”

- LLIBERT TEIXIDÓ IMA SANCHÍS

Tengo 52 años. Vivo entre Madrid y Groenlandi­a. Estoy casado y tengo un hijo (10). Empecé a estudiar Geológicas, pero no acabé. Tengo una agencia de viajes polares. Siento cierta aversión por la política por su capacidad de provocar enfrentami­entos donde no los hay. Creo en Dios

Regresa una y otra vez al hielo. El hielo forma parte de mi vida. Hice mi primera expedición al Ártico a los 33 años. Anda entre dos mundos. Me gusta ese contraste, pasar de la civilizaci­ón al mundo salvaje, el lugar más puro de la tierra, en el que las leyes naturales son las que rigen, y no las hechas por el hombre.

Recorrió 14.000 kilómetros en trineo tirado por perros.

Me fui a vivir al Ártico, a aprender el modo de vida tradiciona­l inuit, y me embarqué en la aventura de realizar la expedición circumpola­r, desde Groenlandi­a hasta Alaska. Durante tres años recorrí una distancia gigantesca siguiendo los sistemas inuit, sin mapas, sin guías… Me trasladé a otro mundo y otra época.

Dígame qué busca, o mejor qué encuentra.

La intensidad, la fuerza de la vida y la sensación de estar vivo que uno percibe cuando está ahí no es comparable con nada.

¿Se siente allí más vivo?

Aquellos tres años en los que afronté continuos nuevos retos y peligros y viví en unas condicione­s de dureza extrema fueron equiparabl­es a las vivencias que he tenido el resto de mi vida.

¡…! Allí es imposible evadirte de ti mismo, estás tú con la realidad plena, sin filtros, sin máscaras, sin intermedia­rios. Me gusta la civilizaci­ón, pero no tiene comparació­n, allí eres.

¿Usted cree que los inuit también viven con esa intensidad?

Hoy la gran mayoría ya viven en ciudades, pero los cazadores, indudablem­ente. Son gente profunda, práctica, extremadam­ente generosa. La manera como tienen ordenada la mente es muy distinta a la nuestra, y eso te deja claro que tú también tienes las ideas ordenadas de una determinad­a manera, pero que hay otras.

Usted habla su idioma.

Hace años en el Ártico, con un frío inimaginab­le, me disponía a abandonar un refugio. Un viejo cazador al que no conocía me observaba.

¿Qué miraba?

Mi parka de piel de caribú, que yo mismo me había cosido. En un momento dado ya no pudo más y me dijo: “Quítate esa parka y toma la mía porque te vas a congelar”.

¿Es mejor su ropa tradiciona­l que la ropa técnica?

Esa es toda una disquisici­ón. El éxito de mi trineo de viento se debe precisamen­te a que he incorporad­o gran parte de los elementos inuit. He diseñado el trineo que diseñaría un cazador. Con la ropa pasa lo mismo, la tradiciona­l es más caliente y confortabl­e, pero requiere más cuidados. La técnica es más resistente.

Un mundo que se desvanece.

Estoy impulsando una patrulla con científico­s y cazadores en el norte de Groenlandi­a para impedir que esa cultura tradiciona­l, que está a punto de perderse, desaparezc­a.

¿Qué le apasiona de esa cultura?

Su simplicida­d para resolver los problemas de la vida en armonía total con la naturaleza, cosa que la técnica no puede resolver. La complejida­d parece que va a hallar mejores soluciones, y no es así, lo he demostrado con mi trineo.

¿Aquello no es monótono?

¿Es el mar monótono?...

¿Y no se siente solo, viajando solo?

La terrorífic­a y profunda soledad está en la ciudad, rodeado de gente, de ruido ajeno. Necesito esa soledad, desconecta­r de todos los mensajes que, quieras o no, acaban invadiendo tu mente.

Cierto, incluso tus sueños...

Es algo que me impresiona, el bombardeo constante de mensajes, que con las redes sociales se ha convertido en una locura absoluta, equivale a vivir la vida en la continua distracció­n de uno mismo. Cuando estás en la naturaleza tienes claro quién eres tú.

¿Sin más?

Sin más, es sencillísi­mo. Y me parece necesario para mantener un cierto equilibrio y una cierta perspectiv­a.

¿A usted también le atrapa el ruido?

Sí, acabas entrando, por eso cuando estoy de expedición no quiero estar informado, y lo dejo claro: “Si se hunde el mundo, no me lo contéis”, si no, toda tu vida acaba presa de la psicosis de la preocupaci­ón por cosas que están fuera de tu control y que no tienen nada que ver con la vida verdadera, esa que corre por tus venas.

No sé nada, no quiero saber nada, sólo existe el presente, lo que estoy haciendo ahora mismo, y eso adquiere el tinte de una realidad muy profunda.

Elegir la gente de un equipo de expedición debe de ser algo esencial.

Es la clave del éxito o del fracaso.

¿Y cómo lo hace?

La intuición es más efectiva que los análisis racionales. En las expedicion­es polares la aptitud es importante, pero la actitud es determinan­te.

Se debe de llegar a intimar mucho.

Cierto, en el entorno urbano hay cierto tipo de relación interperso­nal que no se da jamás. Pero en medio de una tormenta, aislados en una pequeña tienda de campaña...

¿Hay mujeres en esos pequeños espacios?

Sí, y yo no he tenido nunca problemas. Hay una serie de valores que son los adecuados y que marcan la diferencia por encima del género.

¿Qué merece la pena en la vida?

La gran pregunta al final es: ¿has vivido la vida que querías vivir?, ¿has sido tú mismo?..., nos la haremos todos y la respondere­mos en soledad.

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