LA CISTITIS
La cistitis o la infección de la orina de la vejiga urinaria se manifiesta con sensación de quemazón al orinar, dolor en el bajo vientre, polaquiuria o el aumento de la necesidad de acudir al baño y, en algunos casos, fiebre. El tratamiento antibiótico no suele solucionar el problema, pues los antibióticos actúan de forma puntual, y las vejigas de las mujeres afectadas de recaídas presenta un déficit inmunitario de las mucosas. La mayoría de las mujeres que padecen cistitis desconocen que el agente causal es una bacteria procedente de su flora intestinal, siendo el germen escherichia coli el identificado en el 80-90% de los casos. Una vez hecho el diagnóstico y preguntado a la paciente si presenta algún escape de orina, se procederá al tratamiento con una buena hidratación, un antibiótico y medidas sintomáticas acompañantes. La guía de práctica clínica promovida por la Asociación Española de Urología recomienda como fármaco de primera elección la fosfomicina trometamol en dosis única de 3 g o pauta corta de dos dosis.
Los factores que favorecen el desarrollo de las cistitis en las mujeres pueden ser anatómicos, como la uretra más corta, que favorece la transmisión de bacterias desde el exterior hacia el tracto urinario. Además, la distancia entre el orificio de salida de la uretra, la entrada de la vagina y el orificio de salida del intestino es muy corta y facilita que entren bacterias intestinales a la uretra, por ejemplo durante el acto sexual. Otras causas que pueden favorecer la infección son algunas medidas anticonceptivas de colocación vaginal (espermicida, diafragma), embarazo, diabetes mal controlada o abuso de lavado genital. Los inevitables cambios en la flora microbiana en las mujeres durante la menopausia y un vaciado completo de la vejiga pueden incrementar también el riesgo de contaminación del aparato urinario. Las medidas preventivas son fáciles de cumplir exigiendo tan solo una cierta autodisciplina y concienciación. En el caso del zumo o derivados de arándonos, tomados diariamente, tienen un efecto antiadherente de los gérmenes a la mucosa vesical, disminuyendo las posibilidades de infección o recaída. Se ha de prevenir de la interferencia de este fruto con los antiagregantes y anticoagulantes que puede tomar la persona. Aunque es saludable para el organismo estar bien hidratados, recientes estudios han señalado que las conductas de beber más agua y orinar enseguida después del coito no suponen una diferencia respeto al desarrollo de una infección de orina. Por otra parte, es recomendable limpiarse con papel seco de adelante a atrás después de evacuar el intestino, tomar fibra regularmente para remediar el estreñimiento, evitar la higiene genital obsesiva y frecuente y las humedades que comportan una proliferación microbiana, como es el caso en verano de un bañador utilizado durante mucho tiempo o la misma sudoración.