Nadar en la tormenta perfecta
Hay políticos capaces de sonreír en pleno diluvio. Enric Millo forma parte de ese grupo, al parecer. “Me dicen ‘no sé cómo puedes tener siempre esa sonrisa, con la que te está cayendo’; bueno, al mal tiempo, buena cara”, aseguró ayer el delegado del Gobierno en Catalunya, en una conferencia que pronunció en el Círculo Ecuestre de Barcelona, arropado por sus compañeros del PP y con la presencia intangible en la sala de la doble moción de censura que acecha a Mariano Rajoy. Imposible abstraerse a esa atmósfera de despedida cuando el cargo de delegado depende directamente de la Moncloa, pero Millo tiró de oficio, con su mejor sonrisa.
“No siempre estoy rodeado de buena gente... conocida, buena gente hay en todos sitios. Incluso mi esposa se ha atrevido a venir, ha pensado que este era un sitio muy decente... Veo amigos, empresarios, el comisario de la Polícía, el mayor de los Mossos, representantes de otras formaciones. Me emociona. Creo que no es una despedida..., seguro que es para iniciar etapa”, bromeó.
Y hasta ahí la distensión porque en su discurso, titulado Catalunya: estabilidad, cohesión y crecimiento, Millo lanzó un aviso sobre el artículo 155 de la Constitución, por el que el Estado intervino la Generalitat. Dijo que “ya no es un tabú” y se volverá a utilizar “si fuera necesario”. “Vigilaremos para que no se repitan errores”, avisó.
El dirigente del PP defendió esta medida del Gobierno, por la que él ha dado la cara en sus casi siete meses de vigencia y ahora que está a punto de extinguirse, cuando esté nombrado el Govern. En el coloquio, un asistente le cuestionó la utilidad del 155, si entre otras cosas “no ha hecho que las empresas volvieran a Catalunya”, y Millo aseguró que se había conseguido “evitar el caos y restaurar el orden y la ley”. “La segunda parte es que vuelvan las empresas, ya restablecido el orden y que se genere confianza”, dijo.
Otro eje de su intervención fue apelar a la responsabilidad y al diálogo. “Debemos darnos una oportunidad entre todos”, planteó. Aseguró que el Gobierno central “está dispuesto a hablar” dentro de la ley, pero necesita “un interlocutor válido”, “un presidente real, no ficticio”. Según Millo, tanto el president Quim Torra como el presidente del Parlament, Roger Torrent, se han negado a hablar con él.
Y antes de guardar la artillería aún denunció que había coincidido la noche anterior en un acto con el president Torra y este le ignoró: “Me acerqué a saludarle y me dio la espalda, me negó el saludo. En mi casa, a eso le llaman ser un maleducado”, espetó. Millo dejó claro que no le gusta “el estilo, las promesas, la dialéctica” del presidente de la Generalitat y los futuros consellers, pero lo respeta. Y reclamó que esta nueva etapa se base en el respeto.