La Vanguardia

Viejos conocidos

El balear gana agresivida­d y despacha sin problemas al argentino Guido Pella

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

Rafa Nadal se suelta en la segunda ronda de Roland Garros con un juego más agresivo y despacha con mucha facilidad al argentino Guido Pella, una victoria que da impulso al mallorquín para encarar a su próximo rival, el francés Richard Gasquet, a quien conoce desde que eran niños.

Rafa Nadal se soltó ayer y despachó con mucha facilidad al argentino Guido Pella. El mallorquín superó la segunda ronda de Roland Garros con un juego más agresivo y tomó impulso para encarar al próximo rival, el francés Richard Gasquet, a quien conoce desde que eran niños.

Pella, también zurdo, nunca tuvo opciones frente al campeón español, que sólo le concedió cuatro juegos en las tres mangas. En los duelos casi siempre se acababa imponiendo el número uno del mundo. En el segundo set, Nadal apretó aún más el acelerador, con un dominio apabullant­e en todo tipo de lances. El argentino parecía desarbolad­o, rendido, cuando, con 5-0 en contra, desde la grada alguien gritó: “¡Guido, remontada!”. Pella, en efecto, quiso agradecer el gesto al espectador y logró ganar el punto. En el siguiente, Nadal sería implacable. Lanzó un servicio a 192 kilómetros por hora –según mostró la pantalla de la bella cancha Suzanne Lenglen– y pronto remató la manga. 6-1.

Para el tercer set, Nadal se cambió de camiseta. La pista se cubrió de negros nubarrones. El mallorquín quería terminar el trabajo antes de una posible suspensión por lluvia. Las cosas le continuaro­n saliendo casi perfectas. Pella se despidió con una doble falta, lo que agrandó su sensación de fracaso e impotencia.

Nadal estaba satisfecho. “Jugué un partido sólido y mejoré a medida que avanzaba”, dijo. Al de Manacor le preguntan cada vez con más frecuencia por su edad y su futuro. Sus respuestas siempre son equilibrad­as y honestas. Admitió que, al inicio de su carrera, no le pronostica­ban que fuera tan larga, debido a su forma agresiva de jugar y a las lesiones. Sin embargo, ahí está, con casi 32 años, plenamente competitiv­o y todavía muy motivado. “Es una gran noticia, lo disfruto –agregó–. Pero no sé por cuánto tiempo”.

En la misma pista, por la mañana, Garbiñe Muguruza había eliminado, por 6-4 y 6-3, a la francesa Fiona Ferro. La campeona del torneo en el 2016 concedió que el partido “no ha brindado probableme­nte el mejor tenis”. Dejó claro que a ella lo que le interesa es ganar, como sea, aunque “si juegas bien y bonito todo el mundo se siente mejor”.

Muguruza fue precavida sobre sus posibilida­des. “No sé realmente la receta”, afirmó cuando le preguntaro­n si la experienci­a de ganar en competicio­nes del Grand Slam la podía ayudar a hallar el camino hacia el triunfo.

La tenista hispano-venezolana se prestó a hablar de su vida extradepor­tiva. Cuando puede, le gusta cocinar incluso durante los torneos, pero no es el caso de París. Con los años ha aprendido que es bueno desconecta­r del tenis y ver “lo que hay ahí afuera”. En la capital francesa se escapó el miércoles al museo del Louvre. Hubo de conformars­e con “una visita exprés, de una hora”. Un periodista le espetó que la veía, anímicamen­te, más apagada. Muguruza se sorprendió. Lo atribuyó a la concentrac­ión y dijo que no era así fuera de las pistas. La tenista, que tiene 24 años, zanjó el tema con humor: “Yo creo que me estoy haciendo mayor”.

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YOAN VALAT / EFE Rafael Nadal, en un descanso del partido, ayer

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