Imperialismo iraní
Entre las muchas evidencias políticas surgidas de la guerra civil en Siria, la más sorprendente es posiblemente la de las aspiraciones imperialistas del Irán de los ayatolás.
Desde la suspensión de las sanciones económicas occidentales a Teherán, la república teocrática ha invertido el doble maná financiero (procedente de sus exportaciones petroleras y del ahorro generado por el abandono –forzoso– de su programa armamentístico nuclear) en desarrollar una coherente y eficaz política de preeminencia militar en Oriente Medio.
Sus ambiciones se vieron favorecidas por la creciente inhibición militar estadounidense en la zona y el estallido de la guerra civil siria, con la consiguiente aparición del Estado Islámico (EI) en Siria e Irak. Así que Teherán creó un cuerpo expedicionario para combatir al EI y amplió su apoyo a Hizbulah en Líbano, la más importante cabeza de puente iraní en Oriente Próximo desde su creación en 1982. La consecuencia de este creciente intervencionismo ha sido que hoy en día Irán es protagonista por derecho propio en Siria, junto a Rusia, Turquía y las milicias kurdas, si bien estas últimas están en franco retroceso desde que Estados Unidos las considera ya superfluas en la lucha contra el EI.
El balance actual de la presencia militar iraní en esta zona es que en Irak el ministerio del Interior está controlado de hecho por las brigadas de Badr, en tanto que Bagdad financia muy a pesar suyo al
La creciente inhibición militar de EE.UU. y la guerra siria han favorecido las ambiciones de Teherán
grupo filoiraní Asaib Ahl al Haq (Liga de los Virtuosos). Y en Siria, Teherán cuenta con un Hizbulah local dotado de 6.000 hombres armados, amén de 14.000 mercenarios procedentes de Afganistán, Pakistán y otras naciones musulmanas; todas estas fuerzas están mandadas y entrenadas por cerca de 1.000 oficiales de la Guardia Revolucionaria iraní. A todo ello, la construcción en Siria de dos fábricas de armamento y la instalación de 12 campamentos militares iraníes confirman que Teherán pretende permanecer en Siria todo el tiempo que pueda para afirmar el corredor chií que une Irán con Líbano.
El despliegue militar de los ayatolás se complementa –de creer a los analistas estadounidenses– con una ofensiva diplomática cuyo primer objetivo es Ankara. En estos momentos, Irán trata de convencer a Turquía de que Israel y EE.UU. pretenden atomizar el mapa político de Oriente Medio para debilitar a los estados de la zona y garantizar así la supervivencia de Israel. Es un plan que según los dirigentes iraníes se contrarrestaría de la manera más barata y rápida creando en Oriente Medio un eje antioccidental Moscú-Teherán-Damasco. El planteamiento resulta muy rebuscado y muy frágil si se recuerda el tradicional antagonismo ruso-iraní, pero hoy en día en Oriente Medio todas las especulaciones tienen viso de realidad... y pueden hacerse realidad.