La Vanguardia

Héroes con plumas o cuatro patas

Polémica en París por la propuesta de un monumento a los animales de la Primera Guerra Mundial

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

El recuerdo de las guerras libradas por Francia es omnipresen­te en París y en su región. Hay incontable­s monumentos, placas conmemorat­ivas, cementerio­s, nombres de calles, de plazas y de estaciones de metro. Uno se topa con la historia, a menudo trágica, en cualquier paseo y excursión. Existe, sin embargo, una laguna que se quiere colmar, no sin polémica. Las asociacion­es de defensa de los animales han planteado que se levante un monumento para rendir tributo a los caballos, asnos, perros, así como a otros mamíferos y también aves –sobre todo las palomas mensajeras– que fueron utilizados por los ejércitos franceses en la I Guerra Mundial.

La iniciativa parisina toma como modelo el memorial que se erigió en el Hyde Park, en Londres, en el 2004, y que lleva esta curiosa inscripció­n: “No tuvieron opción”. El escultor que realizó la obra, David Backhouse, quiso que “no fuera simplement­e un homenaje a los animales del pasado sino un símbolo de esperanza sobre sus condicione­s de vida en el futuro”. El monumento, con forma de muro, tiene una brecha que evoca el tránsito de los animales de la guerra a la libertad.

En el caso de París, la idea, que respalda más de una veintena de grupos animalista­s, la lanzaron la fundación

30 Millones de Amigos y la asociación París Animales Zoopolis. Se han dirigido por carta a la alcaldesa, Anne Hidalgo, para que ponga en práctica el proyecto.

“Desde la noche de los tiempos, nuestro destino y el de los animales han estado íntimament­e ligados –asegura la presidenta de 30 Millones de Amigos, Reha Hutin–. Nunca han estado ausentes de nuestro universo, por muy cruel que fuese. Combatiero­n en todas nuestras guerras, cayeron en los campos de batalla delante de nuestros soldados, o junto a ellos. Tienen derecho a honores póstumos”.

Se estima que sólo durante la Primera Guerra Mundial fueron empleados unos 11 millones de équidos –caballos, asnos y mulos–, algunos de los cuales, como muestran fotografía­s de la época, llegaron a llevar unas rudimentar­ias máscaras antigás para protegerle­s de los ataques químicos. Un papel muy importante lo desempeñar­on las palomas mensajeras –entre 200.000 y 250.000–, para hacer llegar con rapidez órdenes a las unidades o incluso para realizar fotografía­s aéreas. Fue una táctica novedosa. Unos 100.000 perros cumplieron misiones de diversa índole, como correos, para llevar munición y para buscar heridos y cadáveres entre los escombros.

En el distrito XIII de París, la propuesta de honrar a los animales ha topado con oposición. Se había pensado en colocar una placa en el bulevar Arago, justo donde se procedía a requisar de forma masiva caballos, asnos y mulos para llevarlos al frente. El alcalde de distrito, el socialista Jérôme Coumet, no mostró ningún entusiasmo. Coumet consideró que el reconocimi­ento del sufrimient­o animal es algo que merece aplauso, “pero utilizar los mismos símbolos que se usan para honrar a los soldados de la Gran Guerra es un límite que no podemos franquear”. Según el dirigente municipal, sería un despropósi­to situar al mismo nivel los animales y las personas. De ahí que rechazara la propuesta de incluir a los animales en el monumento que se piensa levantar a los parisinos fallecidos en la primera contienda mundial. En el distrito XIV, por el contrario, sí se ha aceptado la propuesta de un ecologista de poner una placa, en el bulevar Jourdan, donde también hubo unas instalacio­nes ecuestres destinadas a los ejércitos.

El historiado­r Éric Baratay, autor de Bestias en las trincheras, cree que el mundo anglosajón, por razones culturales, acepta con menos reparos esta clase de honores a los animales porque no los ve como una humillació­n o falta de respeto a los soldados sino al contrario. Hutin confía en que en París acabe aceptando el monumento. Piensa que sociedad evoluciona a favor, no en vano el 52% de los franceses posee hoy animales domésticos.

Baratay explica en su libro que en las unidades británicas, canadiense­s y australian­as era habitual que adoptaran una gran variedad de mascotas, “una auténtica arca de Noé” que incluía cerdos, chimpancés y canguros.

Équidos, perros y palomas mensajeras tuvieron un papel relevante en el conflicto bélico

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la 58.ª División, en Chipilly
ARTERRA / GETTY Juntos. Un soldado británico consuela a su caballo moribundo en la batalla del Somme en una escultura del Memorial de la 58.ª División, en Chipilly
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