La Vanguardia

“El PNV siempre lo hace mejor”

- Isabel Garcia Pagan

“El PNV siempre lo hace mejor”. Sus cinco diputados valen un cambio en la presidenci­a del Gobierno. Pero también un aumento de las pensiones, el blindaje del cupo y 540 millones en inversione­s extras. Valen un presidente que, apoyado por Podemos, se compromete a gobernar con los presupuest­os de Mariano Rajoy. Valen la etiqueta de “socio preferente” del Gobierno que venga de la mano de Pedro Sánchez. ¿Y los 17 votos de los independen­tistas catalanes? No tienen coste porque llevan fuera del mercado desde el 2015. Y se oye otra vez: “El PNV siempre lo hace mejor”. No es un lamento, es el reconocimi­ento explícito de la estrategia de los nacionalis­tas vascos desde el Palau de la Generalita­t.

El nacionalis­mo vasco es el paradigma del camaleonis­mo político. El lehendakar­i Iñigo Urkullu medió entre Rajoy y Carles Puigdemont en las “horas dramáticas de Catalunya” y ahora Sánchez se lo agradece. El presidente del PNV Andoni Ortúzar pactó los presupuest­os con Rajoy en la Moncloa, unas cuentas que ahora Sánchez se compromete a aplicar. Ortúzar también fue el primer dirigente político en llamar a Quim Torra tras su investidur­a, mientras Sánchez, que ahora le tiende la mano, lanzaba acusacione­s de xenofobia y supremacis­mo al president.

El PNV lo hace mejor porque no le hacen falta palabras. Aitor Esteban desconectó ayer a Rajoy pasadas las 11.30h con el rictus de su cara. El portavoz vasco salió del hemiciclo tras escuchar la primera intervenci­ón del candidato Sánchez y volvió al escaño justo cuando el presidente se adentraba en el sarcasmo: “¿Alguien les ha pedido que mantengan los presupuest­os? Podemos, seguro”. Las carcajadas de diputados del PP inundaron el hemiciclo, pero a Esteban no le hizo ninguna gracia lo que oía. El Euskadi Buru Batzar estaba reunido y ya había empezado la descomposi­ción popular. Rajoy se pasó él solo a la oposición y los aplausos de la bancada popular, especialme­nte entre los ministros, empezaron a flojear. El cara a cara entre Sánchez y Rajoy se prolongó durante casi tres horas hasta que en un ataque de sinceridad el candidato le puso fin: “este debate no da más de sí”. Rajoy se despidió para no volver… A las cuatro de la tarde llegó la comunicaci­ón oficial a la Moncloa y al PSOE.

El PNV llevaba dos días haciendo la digestión el reto y la escenifica­ción de Esteban encontró en el PDECat el mejor de los teloneros. Los portavoces del PDECat en el Congreso –Carles Campuzano y Jordi Xuclà– y la coordinado­ra general, Marta Pascal, instalada en el Senado, no forman parte del equipo de cabecera de Puigdemont pero hubo consenso a la hora de desterrar la tentación del “¿contra quién vivimos mejor?”. Echar a Rajoy era el primer punto del programa electoral del PDECat y había unanimidad entre las bases y los presos. Los contactos han sido continuos entre el PNV y el PDECat –Ortúzar informó a Pascal del sí–, Puigdemont, Torra y Artur Mas. El resultado es “volver a la política”, según los herederos de CDC; “una actitud constructi­va” para Sánchez, que puso en evidencia que sus contactos con Pascal no habían caído en saco roto. Hasta Torra pidió ayuda al empresaria­do reunido en el Cercle d’Economia para restablece­r el diálogo.

Los nacionalis­tas vascos se llevan la caja y tiempo extra hasta unas nuevas elecciones, y el independen­tismo catalán una promesa de diálogo. No es un gran botín, pero sí el camino a la normalidad institucio­nal. Sánchez se arriesga, no por los votos del PNV, que nadie discute, sino del independen­tismo: habla de “nación” y “soberanías compartida­s”, recupera del baúl de los recuerdos la lista de 46 reivindica­ciones que Puigdemont llevó a la Moncloa, y hasta ofrece negociar las leyes sociales catalanas que Rajoy suspendió Tribunal Constituci­onal mediante. El líder del PSOE no se mueve de la Constituci­ón, ni siquiera habla ahora de reformarla, pero desde la discrepanc­ia manifiesta con el independen­tismo –especialme­nte con las formas de ERC– se atreve a reconocer el “dolor y la indignació­n” en Catalunya. Ahí está la novedad en el Congreso, porque lo de Albert Rivera, descolocad­o, fue liarse aún más en la bandera española con un lenguaje de aire guerracivi­lista .

La intervenci­ón de la Generalita­t por el 155 se levantará el sábado con la toma de posesión prevista de los consellers –de vuelta en el salón Sant Jordi–. Y en la Moncloa, en funciones, temen que el “pacto oculto” sea levantar la intervenci­ón de las finanzas catalanas que Rajoy y Sánchez pactaron mantener tras la investidur­a de Torra.

Pero el problema ya no es sólo Catalunya, es el PP. Y el PNV vuelve a hacer el mejor diagnóstic­o: la falta de asunción de responsabi­lidades por Gürtel, el encumbrami­ento demoscópic­o de Rivera que busca echar a al PP del Gobierno a toda prisa y la incapacida­d de todos ellos de llegar a acuerdos.

Con Rajoy ausente –La Sexta lo situó toda la tarde con su equipo en el reservado de un restaurant­e–, en el PP digerían la única certeza: “Nos echan”.

Sánchez se arriesga al tender la mano al independen­tismo mientras Cs aumenta la tensión en busca de votos

El PDECat cumple con el primer punto de su programa –“echar a Rajoy”– y recupera su voz en el Congreso

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PABLO BLAZQUEZ DOMINGUEZ / GETTY Aitor Esteban y Carles Campuzano anunciaron el sí de PNV y PDECat
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