...y la risa cambió de lado
El hemiciclo fue un vivo retrato del abrupto cambio político
La sonrisa cambió de banco. El repaso de los rostros de los diputados del PP y del PSOE al inicio del pleno ofrecía ya algunas pistas del porvenir de sus respectivos líderes. Confiados y con una mirada que no podía esconder ciertas ganas de revancha, los socialistas. Cabizbajos, algunos con el gesto del estudiante que trata pasar desapercibido para que no le pregunten una lección no aprendida, otros concentrados permanente en la pantalla del móvil, así estaban los populares.
No olía a napalm a primera hora de la mañana en la Carrera de San Jerónimo, pero sí existía la sensación de estar ante un fin de etapa, el entierro del marianismo, una manera de hacer y entender la política.
Abrió el debate el correoso secretario de organización del PSOE, José Luis Ábalos, cuyo tono brusco y poco formal fue calentando a algunos diputados del PP que intentaron descolocarle: –“Que pongan a Margarita (Robles)– que tu eres muy malo”, mientras Rajoy, aparentemente impasible, tomaba las notas para una replica que muchos pensaban que guardaría para Sánchez. No fue así. El todavía presidente quiso combatir la moción desde el primer minuto desplegando sus mejores dotes de parlamentario. Y desde luego logró levantar el ánimo de los suyos, sobre todo en su cara a cara con Sánchez, donde Rajoy recordó a aquel líder que castigó a Zapatero en sus últimos años de mandato. Fue un mero espejismo. En el turno de tarde, con Rajoy en paradero desconocido, la estocada peneuvista anunciada suavemente por Aitor Esteban apenas pareció doler a los pocos diputados del PP y del Gobierno que permanecían en sus escaños.