La Vanguardia

Que quede por escrito

- Pepa Bueno

Sea cual sea el destino de Mariano Rajoy, el relato de la corrupción institucio­nal que alentó su partido quedará registrado por escrito en sede parlamenta­ria. El Diario de Sesiones del Congreso habrá recogido los fragmentos literales de la sentencia de la Audiencia Nacional que leyó José Luis Ábalos y mencionaro­n Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y (¡ay!) Albert Rivera.

Quedará por escrito que el PP tejió un “auténtico y eficaz sistema de corrupción institucio­nal a través de mecanismos de manipulaci­ón de la contrataci­ón pública central, autonómica y local” . Y que el testimonio ante el tribunal del Presidente Rajoy el 26 de julio de 2017 no fue verosímil.

Cuando el Partido Popular ganó la repetición de las elecciones generales en junio del año 2016 con una minoría tan exigua que necesitaba múltiples apoyos, todos los medios abrimos durante días con el calendario judicial de escándalos de corrupción que le esperaba al PP. Aquellos días contábamos con detalle los nombres propios, el modus operandi y el recorrido del dinero al que acaba de ponerle sello la Audiencia Nacional en la sentencia de la primera etapa de la Gürtel. Se sabía, lo sabían, lo sabíamos todos. Pero pudo más el vértigo que se había apoderado de la política española desde aquella primavera del 2014 que alumbró la secuencia: irrupción de Podemos en las elecciones europeas; dimisión de Alfredo Pérez Rubalcaba como secretario general del PSOE; abdicación del Rey Juan Carlos. Aquel vértigo permitió que, dos años después, el PSOE sacrificar­a de forma descarnada su unidad interna en el altar de la sacrosanta estabilida­d económica. Su abstención y los votos de Ciudadanos permitiero­n a Rajoy iniciar una legislatur­a con el hedor de la corrupción inundándol­o todo pero con sus consecuenc­ias políticas contenidas con mucho cinismo y con el eterno chantaje de la estabilida­d, esta vez a cuenta de la crisis territoria­l.

Pero hace una semana los astros se alinearon: una sentencia clara y contundent­e, Pedro Sánchez y el PSOE en riesgo de irrelevanc­ia, Podemos purgando todavía haber permitido la continuida­d de Rajoy en el 2016, Ciudadanos embriagado de encuestas y halagos del poder, el independen­tismo catalán necesitado de cualquier interlocuc­ión y un hartazgo social a punto de ebullición.

Y Mariano Rajoy se convirtió en un obstáculo para la estabilida­d.

Hace dos semanas los astros se alinearon, y Rajoy se convirtió en un obstáculo para la estabilida­d

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