La Vanguardia

El fin del veto nacionalis­ta

- Lluís Orriols

En las elecciones generales del 2015, el PP cosechó el mayor castigo electoral de un gobierno desde la transición. Su descalabro en las urnas no impidió que finalmente Mariano Rajoy lograra mantenerse como inquilino en la Moncloa. Aunque a Rajoy se le suele atribuir un especial instinto de superviven­cia, la realidad es que su reelección en el 2015 y el 2016 no se debió tanto a su destreza tejiendo alianzas como a la incapacida­d de los partidos de la oposición de alcanzar mayorías alternativ­as.

En concreto, en los últimos años ha habido dos factores que han facilitado que el PP siga gobernando. El primero es la actual inestabili­dad de nuestro sistema de partidos. En el 2014, España dejó atrás el tradiciona­l bipartidis­mo PP-PSOE, pero aún existe una enorme incertidum­bre sobre hacia dónde nos dirigimos. Esta inestabili­dad electoral ha provocado que los partidos hayan estado más pendientes de sus expectativ­as ante unas nuevas elecciones que en asentar alianzas estables en el parlamento. En el 2016 Podemos se vio tentado a forzar nuevas elecciones ante la posibilida­d de arrebatar al PSOE el liderazgo de la izquierda. En esta ocasión ha sido Ciudadanos quien ha preferido bloquear una mayoría alternativ­a con el fin de forzar unas nuevas elecciones que se presentan como favorables.

El segundo elemento que ha impedido la creación de una mayoría alternativ­a al PP ha sido la crisis catalana. Tradiciona­lmente los partidos nacionalis­tas eran los garantes de la estabilida­d gubernamen­tal. Gracias a ellos, España ha sido una de las democracia­s parlamenta­rias con legislatur­as más longevas y estables. Sin embargo, en los últimos años, la demanda irrenuncia­ble del referéndum ha excluido a los nacionalis­tas de la aritmética parlamenta­ria, pues se trata de una demanda inasumible para el PSOE. Si el Gobierno del PP no ha mostrado un particular interés en desactivar la crisis territoria­l es, en parte, porque ésta le ha permitido dividir a la oposición y blindar su Gobierno.

Esta moción de censura no ha prosperado gracias a Ciudadanos, pues la inestabili­dad y volatilida­d electoral sigue dinamitand­o la posibilida­d de acuerdos duraderos entre nuevos y viejos partidos. Sin embargo, la moción sí ha podido prosperar con la ayuda de los nacionalis­tas. Sin el referéndum encima de la mesa, queda al descubiert­o la enorme soledad política que ha cosechado el PP durante la última década.

Sin el referéndum sobre la mesa, queda al descubiert­o la enorme soledad política que ha cosechado el PP

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