La Vanguardia

Sánchez desaloja a Rajoy

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MARIANO Rajoy tiene las horas contadas como presidente del Gobierno. El PNV decidió ayer respaldar con sus cinco votos la moción de censura impulsada por el líder socialista Pedro Sánchez. Y así, al añadirlos a los del PSOE, Podemos, ERC, PDECat, Compromís, Nueva Canarias y Bildu, contribuyó decisivame­nte a que se alcanzaran y superaran los 176 necesarios para que la moción prosperase. Sánchez ha desalojado a Rajoy de la Moncloa. Desde la recuperaci­ón de la democracia, es la primera vez en que una censura de este tipo triunfa.

Una nueva etapa se inicia en España. No será de fácil gobernanza, dado el fragmentad­o mosaico ideológico en el que deberán apoyarse los socialista­s para desarrolla­r su programa. De manera que la búsqueda de consensos no podrá ser ya mera retórica, sino un quehacer diario... Esta nueva etapa se abre después de que la corrupción que ha manchado largos años a los principale­s partidos, y en particular al PP, llegase a un extremo insoportab­le, certificad­o por la devastador­a sentencia del caso Gürtel. Y certificad­o también por un extendido rechazo popular, reflejado en las encuestas que señalan que en los últimos dos años el PP ha perdido el 40% de su electorado. Por todo lo dicho, he aquí un efecto positivo de la sesión de ayer: señalar un punto de inflexión para la tolerancia ante la corrupción, ilustrado ni más ni menos que con la caída de Rajoy.

No fue este freno a la corrupción la única pincelada positiva de ayer. La tensión que desde el inicio del proceso soberanist­a caracteriz­a las relaciones entre Catalunya y España se vio algo aliviada, al menos verbalment­e. El candidato Sánchez reconoció que España es una nación con territorio­s que se sienten nación y que pueden convivir juntos. Y aunque no ocultó la distancia entre su ideario y el de Quim Torra, prometió diálogo, negociació­n y pacto. Incluso se mostró dispuesto a reconsider­ar algunas leyes aprobadas por el Parlament y posteriorm­ente tumbadas por el Tribunal Constituci­onal, como por ejemplo la relativa a la pobreza energética. Esta mano tendida fue bien recibida por los partidos independen­tistas catalanes. Y ese es otro rasgo positivo de la sesión de ayer, coincident­e además con la voluntad de diálogo expresada por el president Torra.

También fue tranquiliz­ador el anuncio efectuado por Sánchez de que mantendrá los presupuest­os pactados por PP y PNV. Ya sólo faltaría que los conservado­res no se opusieran a su aprobación en el Senado –lo contrario sería un grave error– para amarrar otro factor de estabilida­d, tan necesaria siempre y más en días de turbulenci­as económicas. Queremos resaltar por último que Rajoy y Sánchez, pese a sus roces evidentes, no excluyeron el buen tono y el respeto mutuo.

Dicho esto, el camino que se abre hoy ante Sánchez, si no se producen imprevisto­s, se anuncia muy difícil. “Si gana, no le arriendo la ganancia”, le espetó Aitor Esteban (PNV). El PP será, si sigue su tradición, muy duro en la oposición. Ciudadanos estima –y los sondeos le avalan– que esta es su hora y que no hay motivos para prolongar un gobierno socialista; de ahí la agresivida­d, ayer, de Rivera con Sánchez. No cabe esperar que Podemos desista de seguir erosionand­o al PSOE. Ni que los independen­tistas cejen en su empeño de liberar a los presos y avanzar hacia sus fines. No, no lo tendrá fácil Sánchez. Pero España necesita un nuevo gobierno que obre para recuperar la normalidad institucio­nal, y eso nos inclina a desearle a Sánchez la mejor suerte.

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