No contra Catalunya
Carles Campuzano soltó ayer ante Pedro Sánchez una frase que todo el mundo en Madrid y en el conjunto de España debería recordar: “No se puede gobernar contra Catalunya”. Una lección de gran categoría el mismo día que prosperó una moción de censura del PSOE contra el conservador Rajoy, gracias al concurso indispensable de los independentistas catalanes, aquellos que los medios de la caverna y Rivera denominan “enemigos de España”. La sentencia del caso Gürtel ha puesto en marcha un interruptor de cambio de gobierno en Madrid que, para ser efectivo, debe regresar previamente a la realidad. Y dentro de esta realidad están ERC y el PDECat, dos formaciones que representan muchos catalanes y que, a la vez, articulan el nuevo Govern.
¿Comprenderá lo bastante bien este mensaje el socialista Sánchez y los que le rodean? No digo algunos barones, que son casos perdidos. Es esencial que Sánchez lo haga, para que sus buenas intenciones no queden sólo en retórica oportunista y barata. El soberanismo –sin hacerse grandes ilusiones y sin tener esperanzas– ha hecho un movimiento inteligente, porque debía escoger entre una opción mala y otra peor. Eso es hacer política, también la que recomendaba Joan Fuster. Algunos, en Catalunya, iban pidiendo la abstención de ERC y el PDECat, sin comprender la magnitud del momento. Qué poco les sirve saber historia a algunos aprendices de brujo que alardean de influir en Puigdemont: esta vez, afortunadamente, no se han salido con la suya.
Si eso abre o no una ventana de oportunidad no lo sabemos. Mi escepticismo es muy denso. Veremos si hay voluntad de distensión, que no es algo menor. De momento, sin embargo, hay
El soberanismo –sin hacerse grandes ilusiones– ha hecho un movimiento inteligente
una cierta justicia poética en que sean los independentistas catalanes (más los vascos del PNV) los que envíen a la oposición a los políticos que pusieron en marcha el 155 y ordenaron las cargas policiales del día 1 de octubre. Es cierto que Sánchez ha apoyado al artículo 155 y, en este sentido, vale más no engañarse mucho. Ahora bien, el discurso que pronunció ayer el candidato del PSOE incluyó varias veces la palabra diálogo, lo cual lo compromete solemnemente, no sólo ante los partidos que le votan, también ante todos los catalanes, tengan las ideas que tengan.
Joan Tardà hizo un memorial de agravios magnífico desde la tribuna del Congreso. La cara de Sánchez escuchando era un poema. El pragmatismo de Tardà, como el de Campuzano, no es ingenuo, ni es ninguna deserción ni traición, como dicen los que dan lecciones de resistencia a gente que hoy está en la cárcel y el exilio. El adiós forzado de Rajoy recoloca el peso de Catalunya en la política española e invita a empezar una partida de complejidad y equilibrios muy delicados. ¿A cambio de qué contrapartidas? De las que se aplican y no se dicen, porque así se pueden realizar.