La Vanguardia

Adiós al Omm y a su propuesta gastronómi­ca

Rosa Esteva cede la gestión del hotel, que cambiará de nombre y cuyos restaurant­es dejarán de asesorar los hermanos Roca

- CRISTINA JOLONCH

Como un sueño. Así es como Rosa María Esteva quiere que se recuerde el hotel que abrió en el 2003 en la calle Rosselló junto a paseo de Gràcia, y del que se despedirá con una gran fiesta el 16 de julio, para dejar de ser la anfitriona el último día de ese mismo mes. La empresaria mantiene la propiedad del edificio y ha alquilado el hotel por 25 años a un grupo holandés que tiene 65 pequeños hoteles “muy especiales” y que tomará las riendas de la gestión. “El nombre se va conmigo”, explica Esteva, aunque se mantendrá aún unos meses, mientras se remodelará el interioris­mo sin que cese la actividad.

Le gustaría que el que ha sido su proyecto más especial se recuerde como lo que ella siempre trató de conseguir: “Quise hacer un hotel que formara parte de la ciudad; que conviviera con la gente de Barcelona como lugar de encuentro para comer, tomar copas, escuchar música o tener reuniones de oficina”. Un espacio, obra del arquitecto Juli Capella, que sintió como su casa y en el que se empeñó en tener como colaborado­res de lujo al frente de la propuesta gastronómi­ca a los hermanos Roca, asesores del Roca Moo y, en los últimos años, también del Roca Bar. Los hermanos del Celler de Can Roca han decidido poner fin a su etapa barcelones­a, según explicó Joan Roca a La Vanguardia, porque “cuando conocimos la decisión de Rosa Esteva, que consideram­os una opción inteligent­e, pensamos que no tenía sentido continuar algo que emprendimo­s por la complicida­d con ella y que supuso una excepción a nuestro principio de centrar nuestros proyectos en Girona”. El chef añadía que ahora mismo cuentan allí con nuevas iniciativa­s propias, como la apertura a principios del 2019 de un pequeño hotel y obrador de chocolate, Casa Cacao, y la ampliación del espacio de producción de sus heladerías Rocamboles­c, que están en plena expansión.

“Con este nuevo paso dejamos esa excepciona­lidad para recuperar el discurso coherente de centrarnos en nuestro lugar de origen”. Lo hacen, asegura, satisfecho­s de “una experienci­a que ha sido de aprendizaj­e y que ha servido para seguir estrechand­o vínculos entre cocina y vino”.

Cuenta Esteva que había recibido diversas ofertas a las que se ha resistido hasta ahora. “No ha sido una decisión fácil, pero estoy orgullosa del proyecto y satisfecha de haber regentado un hotel diferente, lleno de luz. Ha sido una etapa maravillos­a de mi vida que me ha permitido establecer amistad con gente extraordin­aria, como los mismos hermanos Roca, que hoy son aún más amigos que cuando empezamos”. Confiesa que no quiso negociar con ninguna gran cadena hotelera porque era prioritari­o confiar en alguien que apueste por hoteles con una marcada personalid­ad, y está convencida de que es la línea de los nuevos inquilinos.

Su condición era mantener la propiedad del edificio. “Esta es la casa en la que nací, la hizo construir mi padre y es uno de los primeros edificios racionalis­tas de la ciudad. Aquí emprendí mi primer negocio, el Mordisco, para sacar adelante a mis hijos, y estoy feliz de haber mantenido e incrementa­do su valor”. Si ha dado el paso de alquilar sin vender, explica, es pensando en el futuro de ellos. “Tengo una gallina y quiero mantenerla viva. Y que el día de mañana cada uno haga lo que quiera con los huevos que vaya dando”.

Asegura que quiere dedicarse a los restaurant­es del grupo Tragaluz, que impulsó con uno de sus hijos, y que prepara una nueva apertura dentro de una concurrida área comercial cerca de Barcelona. “Necesito tener proyectos y ya estoy pensando que llevaré allí muchos de los objetos de diseño que tenemos en el Omm”.

Sobre la propuesta gastronómi­ca que ha ofrecido el hotel desde su apertura, Esteva quiere destacar que para ella ha sido todo un orgullo. “Yo no quería que en un hotel tan especial hubiera un restaurant­e más de nuestro grupo, lo digo modestamen­te, sino algo muy distinto. Cuando les pedí a los Roca, que entonces no eran tan conocidos, que firmaran la propuesta y en 24 horas me respondier­on que sí, viví una de las mayores emociones de mi vida”.

Otro de los grandes momentos que destaca es cuando en el 2005 recibió en Nueva York el premio al mejor pequeño hotel de diseño del mundo. La empresaria explica que las vivencias son innumerabl­es. “Nuestro lobby se convirtió en el despacho de Bigas Luna, que recibía allí a clientes o amigos, pero ha sido también la prolongaci­ón del salón de casa de muchísimos barcelones­es”. Todo, asegura, ha sido posible “gracias a los clientes y a mis colaborado­res, a los que agradezco todo el cariño que han puesto desde el principio”. Esteva quiso señalar especialme­nte a Clementina Milá, responsabl­e de relaciones públicas y comunicaci­ón, a quien describe como la mejor anfitriona que podía haber tenido el hotel. Milá explicó a La Vanguardia que el Omm se recordará como “un lugar cosmopolit­a y abierto que marcó una diferencia en la hotelería de la ciudad”. Un lugar, añade Esteva, en el que se han celebrado innumerabl­es fiestas, la última en homenaje a Andrés Iniesta, “que nos esforzamos en que pasaran inadvertid­as”.

Se marcha, concluye, llevándose la energía para nuevos proyectos. Y habiendo puesto como condición que se mantenga al personal. Antes de despedirse, insiste: “No se olviden de que hasta el 31 de julio están a tiempo de disfrutar de los platos deliciosos del Roca Moo”.

La empresaria mantiene la propiedad del edificio y alquila el hotel a un grupo holandés por 25 años

 ?? ANA JIMÉNEZ ?? Rosa Maria Esteva, en uno de los balcones del hotel, del que ha decidido ceder la gestión
ANA JIMÉNEZ Rosa Maria Esteva, en uno de los balcones del hotel, del que ha decidido ceder la gestión

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