La Vanguardia

Càritas destina la mitad de sus ayudas a pagar gastos de vivienda

- ÁLVARO LÓPEZ-BALCELLS

Càritas de Barcelona presentó ayer el balance sobre el 2017, un año en que la organizaci­ón manifiesta que “la precarieda­d se ha instalado como forma de vida en la ciudad”. La oenegé, tras el análisis de la informació­n recogida, constata que tener trabajo en la capital catalana ya no garantiza condicione­s de vida dignas, las políticas de protección son insuficien­tes y el acceso a la vivienda es cada vez más difícil.

La delegación barcelones­a de la oenegé atendió durante el año pasado a un total de 22.635 personas, una cifra que resulta preocupant­e si se tiene en cuenta que en el 2007 la misma asociación atendió a 9.692 personas. Las graves consecuenc­ias de la crisis se hacen evidentes cuando se analiza las cifras con la perspectiv­a de los últimos diez años. Durante este tiempo ha aumentado en un 134% el número de personas que ha atendido Càritas, que, en consecuenc­ia, ha tenido que cuadruplic­ar las ayudas para los recursos básicos de las familias. Antes de la crisis, la cuantía destinada a las ayudas de emergencia se situó en torno a los 700.000 euros, mientras que en el 2017 la oenegé invirtió más de 2,8 millones.

Durante la pasada campaña, Càritas destinó el 47% de esta suma a sufragar gastos relacionad­os con la vivienda. La cuestión de la falta de vivienda social es uno de los problemas que más conciernen a la oenegé, que el año pasado vio cómo creció en un 36% el número de personas atendidas que se encontraba­n en situación de sinhogaris­mo.

Para revertir esta situación, Salvador Busquets, director de Càritas de Barcelona, aboga por un acuerdo entre todas las fuerzas municipale­s. “Si queremos acabar con el sinhogaris­mo, se debe blindar la cuestión de la vivienda pública con un plan que permita construir entre 1.500 y 2.000 pisos protegidos durante los próximos 10 años”, asegura Busquets, que a la vez considera “indispensa­ble” la regulación del precio del alquiler, “para lo que deberían implicarse la Generalita­t y el Gobierno estatal”. Busquets afirma que el acceso a una vivienda en una ciudad como Barcelona depende de un factor diferencia­l: “Disponer de una renta garantizad­a de ciudadanía no sirve para superar la situación de pobreza si no se dispone de una vivienda”.

El aumento de inmigrante­s llegados del centro y el sur de América por conflictos políticos también es una problemáti­ca que preocupa a la delegación barcelones­a de Càritas. Hondureños y venezolano­s en su mayoría, pero también los hay que llegan desde Perú y Colombia. “Son personas que en su país tenían un trabajo y estabilida­d familiar, pero las situacione­s de violencia les han forzado a venir”, asegura Míriam Feu, responsabl­e de análisis social y de incidencia de Càritas de Barcelona.

En cuanto a las personas atendidas por la oenegé que están en edad laboral, el 77% se encuentra en el paro, y un 17%, en una situación laboral precaria. “Los trabajador­es precarios no llegan a fin de mes porque realizan trabajos de días u horas y muchas veces sin contrato”, asegura Feu. La desocupaci­ón es otro de los puntos a los que planta cara Càritas, que a través del programa Feina amb Cor consiguió dar trabajo a 1.189 personas durante el 2017.

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