Un mundo en miniatura
Mireia Ferraté se ha propuesto dar el contrapunto al monstruo, al gigante. Allá donde va, Mireia Ferraté viaja con una pareja en miniatura: Nancy y Lucas. Dos muñecos a los que a las siete y pico de la tarde fotografía frente al escenario en el que actúa The Twilight Sad. Intenta darles la perspectiva adecuada para que parezcan personas reales. Nancy y Lucas se han vestido para el festival. Mireia incluso les ha fabricado la pulsera con la que se accede al recinto: con retales de la suya, de la real. Es una friki de los muñecos.Los ha retratado en Japón, Estados Unidos, hasta en una mezquita en Marruecos. Tiene un blog, Thecyborgtolls, dedicado a las muñecas. Al fondo, los escoceses The Twilight Sad, una de las contrataciones de última hora del certamen. Nancy y Lucas no entienden al bueno de James Graham y su impenetrable acento de las Highlands.
La de Nancy y Lucas es una imagen curiosa, frente al gigantesco Primavera Sound y frente la multitud que este jueves ha asistido a la primera de las jornadas grandes del evento barcelonés.
Miles de personas se abarrotan desde las cinco de la tarde en el Fòrum, donde se han programado ni más ni menos que 77 conciertos, de toda clase de músicas, incluyendo las sesiones electrónicas junto a la playa, a la que por primera vez hay acceso directo desde el recinto. Pero esta primavera es fría todavía…
En esta edición, el macrofestival trata de no olvidar que la protagonista es la música.
Hay frikis como Mireia Ferraté, pero la mayor parte de los asistentes picotean de un lugar para otro, entre grupos conocidos y grupos por conocer. Las cuatro chicas del fabuloso Warpaint entusiasman a la concurrencia en uno de los escenarios principales, un par de horas antes que la estrella de la noche, Björk.
Porque la feminidad es una de las señas del certamen donde –aparte de discográficas o una completísima guardería con pianos, biblioteca, mecanos: todo un mundo concentrado– destaca un puesto de información de la campaña “No callem”, contra los abusos sexuales en certámenes como este. ¿Era necesario, son los festivales en general un lugar de riesgo en este sentido? “Desde luego”. Rotunda, y frente a las Warpaint, Michelle, de 44 años, expone el “miedo” que tiene en los últimos tiempos, en especial desde el caso de La Manada, o desde la aparición de drogas como la burundanga, que anula toda voluntad o resistencia. “Cuando viene un tío simpático y te invita a una copa, ¿qué haces? ¿Pasas? ¿Desconfías de todos?”.
El festival acoge todo tipo de iniciativas, pero no olvida que su razón de ser es la música, de toda clase