De Vigan ‘polanskinizada’
Dirección: Roman Polanski Intérpretes: Emmanuelle Seigner, Eva Green, Vincent Perez, Noémie Lvovsky
Producción: Francia-Bélgica-Polonia, 2017. Duración: 100 minutos. Thriller.
El adjetivo polanskiano, como los adjetivos kafkiano o hitchcockiano, define un universo creativo personal e intransferible, fácilmente identificable para cualquier seguidor del cine de Roman Polanski. Salvo Dickens (Oliver Twist, que el cineasta quiso que fuera una película para todos los públicos), todos los novelistas o dramaturgos que han pasado por el objetivo de su cámara han acabado siendo idiosincrática materia polanskiana, dulce y malsana a un tiempo: Shakespeare, Ira Levin, Thomas Hardy, Ariel Dorfman, Pérez-Reverte, Robert Harris, Yasmina Reza… Ahora es el turno de polanskinizar a la escritora Delphine de Vigan y su novela Basada en hechos reales, una ficción de tintes autobiográficos en torno a la propia literatura, protagonizada por una escritora también llamada Delphine y una admiradora enigmática, ambigua, que entra en su vida para someterla poco menos que a un proceso de vampirización, aunque también cabe verla como una musa.
El sello Polanski aparece en todas sus dimensiones. Es una película fascinada por los relatos orales, como Lunas de hiel, que propone un duelo psicológico entre personajes denso y perturbador, como La muerte y la doncella, Un dios salvaje o La Venus de las pieles. Adopta el molde del thriller, como El escritor, progresivamente sofocante, puntualmente onírico (la bellísima imagen de la madre, que corresponde a la portada de Nada se opone a la noche, lanzando el ordenador por la ventana), cuyo desenlace tenso en la casa de campo hace pensar en psycho thrillers como Mujer blanca soltera busca…, de Barbet Schroeder, o Misery , de Rob Reiner, adaptación del texto de Stephen King explícitamente citado en la novela de De Vigan. El conjunto viene empaquetado con una elegancia cinematográfica intachable: siempre el plano justo y el mejor encuadre, un ritmo pausado y uniforme, una dirección de actrices perfecta y una banda sonora modélica de Alexandre Desplat, que acompaña y comenta las imágenes con una fuerza digna de las grandes partituras de Bernard Herrmann para Hitchcock.