La malditísima
Dirección: Terry Gilliam Intérpretes: Adam Driver, Jonathan Pryce, Stellan Skarsgard, Olga Kurylenko
Producción: España-Bélgica-Portugal-Gran Bretaña, 2018. Duración: 131 minutos. Aventuras.
A los barrocos, Don Quijote les planta cara como si fueran molinos de viento y los derrota. Orson Welles tiró la toalla tras muchos años de porfía. Y si no la tiró Terry Gilliam quizás es porque, además de tener maña, debe tener sangre maña: su tozudez ha podido con las mil y una calamidades padecidas en la confección de esta auténtica obra maldita, malditísima: ¿qué otra película en la historia ha merecido, 16 años antes de su estreno, un documental sobre su rodaje y su mal fario? La película abortada que en Lost in La Mancha se intuía es, sin embargo, y no sólo por la baja de los dos actores inicialmente contratados, muy distinta de la que ahora, finalmente, llega a las pantallas. El hombre que mató a Don Quijote, aproximación a la obra de Cervantes desde un prisma metalingüístico rabiosamente posmoderno, arrastra por desgracia su vena maldita ofreciendo el aspecto de filme acabado precipitadamente por temor a nuevas catástrofes. La mezcla de una versión amateur y en blanco y negro del Quijote, la filmación de otra en presente ya más profesional y las fantasías caballerescas del humilde zapatero que encarna al hidalgo funciona de manera irregular, dispersa y atropellada, siendo su talón de Aquiles las escenas de comedia, muy pedestres. No obstante, hay que verla, sobre todo si uno sigue amando al cineasta aun en tiempos de baja forma creativa (como Tim Burton, Gilliam lleva lustros sin regalarnos una obra redonda), porque su mundo imaginario permanece en momentos aislados, como la imagen prodigiosa del cabezudo montando a caballo. /