La Vanguardia

El codiciado tesoro judío de Yemen

Una Torá de 800 años podría servir como canje para rescatar a los judíos de Saná

- HENRIQUE CYMERMAN BENARROCH Tel Aviv. Correspons­al

En mayo del 2016, un grupo de 17 exhaustos judíos yemeníes culminaron con éxito una de las aliyá (inmigració­n judía) a Israel más complejas y peligrosas de las últimas décadas. Entre las escasas pertenenci­as con las que aterrizaro­n en el aeropuerto de Ben Gurion había un pergamino de la Torá de unos 800 años de antigüedad. La huida de esta familia de Saná –la capital de Yemen– a Israel enfureció a las autoridade­s locales y a sus aliados iraníes, y como represalia arrestaron y encarcelar­on al joven judío yemení Levi Marhabi, acusado de ayudar a escapar a la familia llevándose consigo el antiguo texto sagrado, que definieron como “tesoro nacional de Yemen”. El muchacho ha sido condenado a dos años de prisión, y sobrevive en condicione­s infrahuman­as rodeado de peligrosos criminales.

Moti Kahana, israelí residente en EE.UU., fundó la organizaci­ón Amalia, dedicada esencialme­nte al rescate de refugiados sirios. Su meta es salvar a los pocos judíos atrapados en los bombardeos de la guerra civil siria, pero también asiste a otras minoritari­as comunidade­s judías dispersas por Oriente Medio, como la de Yemen. Kahana visitó Saná años atrás en busca de los últimos judíos que quedan. Descubrió que ya no vivían en Harat al-Yahud, el antiguo barrio judío, sino en un complejo aislado y amurallado junto a un hotel frecuentad­o por diplomátic­os, apodado Tourist City. “De repente, me encontré a un grupo de niños con tirabuzone­s jugando en un patio cerrado”, contó Kahana a La Vanguardia.

La comunidad judía de Yemen es de las más antiguas de la historia: se cree que se remonta al periodo del Primer Templo judío. Entre 1949 y 1950, tras la independen­cia de Israel, la mayoría de judíos yemeníes emigraron al Estado judío en la operación Alfombra mágica. Los pocos que decidieron quedarse fueron sometidos a pogromos y persecucio­nes.

Según relata el voluntario hebreo, que se infiltró en un Yemen devastado y dividido por una brutal guerra civil, existe un pequeño grupo de judíos en el pueblo de Raida, al norte de la capital, y el resto –unos cinco clanes, todos conectados a la familia Marhabi a la que pertenece el joven arrestado– viven encerrados y atemorizad­os en el complejo amurallado. “El rabino Yosef Marhabi, el último que queda en Saná, está manteniend­o unida a la comunidad con extrema dificultad”, asegura Kahana.

Yemen está sumido en el caos. El aeropuerto internacio­nal está cerrado, bandas armadas patrullan las calles y batallan sin escrúpulos casa por casa. Saná sufre constantes bombardeos aéreos. Tzemach, uno de los últimos 23 judíos que quedan en el país, le dijo a Kahana: “Queremos emigrar a Israel, esto es muy peligroso y necesitamo­s ayuda urgente, que alguien organice nuestra aliyá”. De hecho, esta misma semana fue secuestrad­o Josef Marhabi, de 30 años, por milicianos hutíes proiraníes. El gran temor es que empiecen a secuestrar a las chicas para supuestame­nte casarlas, es decir, realizar matrimonio­s exprés que permitan violarlas y convertirl­as al islam, al estilo del Estado Islámico.

El hermano de Tzemach, Naftali, llegó hace años a Israel y hoy sirve en el ejército. Naftali asegura que su familia, atrapada en Yemen, quiso hacer la aliyá y emigrar con los 17 que aterrizaro­n en Tel Aviv, pero tuvieron que esperar porque no lograron vender sus propiedade­s. “Teníamos buenas relaciones con los vecinos, pero una mañana todo cambió –relató Musa, otro judío atrapado en Saná–. Dejaron un papel bajo la puerta. Decía que si no nos marchábamo­s de inmediato, seríamos asesinados. Afirmaban que somos espías sionistas, herejes y que vendíamos alcohol, algo prohibido en el islam”.

“Cuando los iraníes y los hutíes vieron la noticia de los yemeníes que aterrizaro­n en Israel se enfurecier­on”, dice Kahana, quien cree que hay opción de rescatar a los judíos de Yemen a cambio de retornar el sagrado pergamino de la Torá. Los pocos que quedan dicen que “quieren huir del infierno, pero no quieren dejar atrás a uno de los suyos en prisión”. La incógnita es si la ancestral Torá servirá para liberar al joven Levi Marhabi y salvar a los últimos judíos de Yemen.

El pergamino, que los yemeníes tienen como patrimonio suyo, lo llevó a Israel una familia judía

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ED OU / GETTY Confinados. Un niño y un anciano con una Torá en el complejo amurallado donde viven los judíos de Saná; debajo, Netanyahu admirando la Torá
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