Podemos celebra la caída de Rajoy como un triunfo propio
Era elocuente ver a los diputados de Unidos Podemos celebrar ayer la caída del Gobierno Rajoy. Los morados se sientan junto al grupo socialista y fue patente que la victoria de la moción de censura causó mucho más alborozo entre los de Pablo Iglesias que en la bancada contigua, donde la alegría parecía tasada. No muchos de los socialistas creyeron en la suerte de Pedro Sánchez, ni antes ni después de las primarias.
Con gritos de “¡Sí se puede!” y algunas lágrimas, el emocionado festejo de Podemos, a cuya bancada acudió Sánchez a agradecer el apoyo confiado con un abrazo a su líder, aparentaba ingenuidad sobre a lo venidero. No era tan así. Podemos no celebra tanto lo que principia –hay tanta esperanza en un cambio de rumbo como escepticismo– como su determinante papel en el fulminante expediente de regulación de empleo aplicado ayer al PP: Pablo Iglesias se arremangó el martes, ante la parálisis socialista, para impulsar la moción de censura hablando con unos y otros –de Bilbao a Berlín–, y apalabrando con Albert Rivera un plan B, la moción instrumental, una estrategia que coadyuvó a sacar al PNV del laberinto: o Sánchez o elecciones. Quizá Rivera no midió en primer término que la oferta de Iglesias tenía derivadas.
La situación que se abre para Podemos, afianzado en el umbral del 20% del voto tras un invierno inclemente, no debería tener coste político, piensa la dirección. Si Sánchez se ciñe a su intención de gobernar solo, no hay desgaste para los morados, que al igual que el PSOE recibirán el premio de la movilización del electorado de izquierdas, desmoralizado por la crisis catalana y que ahora despierta ante el poderoso sintagma “echar a Rajoy”.
Iglesias es partidario de entrar en el Gobierno –con carteras determinantes; nadie en Podemos quiere repetir la historia de IU en sus acuerdos con los socialistas–, pero no es probable que, al menos en los primeros compases, Sánchez descuelgue el teléfono. La alianza de gobierno podría ser rentable para Sánchez, piensan en Podemos, no sólo por la suma parlamentaria, sino porque podría forjar una alianza estable con los morados y los socialistas más próximos dentro del ejecutivo, toda vez caben dudas sobre la afinidad real de amplios sectores de las filas socialistas al flamante presidente.
Y a la interna, hay una sonrisa patente en la dirección: la alianza para echar a Rajoy aglutina la opción que el secretario general defendió tras las comicios del 2015, las izquierdas y los soberanistas, mientras otros sectores apostaban por apartarse y bendecir las nupcias del PSOE y Ciudadanos. La sentencia de Sánchez a Albert Rivera el jueves rubricaba esa intuición: “Yo creía que Ciudadanos iba a ser otra cosa”.