La Vanguardia

El encanto del lado oscuro

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El universo televisivo es lo bastante diverso para que podamos dividirlo en lado oscuro y lado luminoso. Como es lógico, se suele hablar más del oscuro, que crea una adicción más viciosa. Y hablando de oscuridad: se acaba de publicar Libro de reclamacio­nes ,un simulacro de memorias escritas por Coto Matamoros, y que presentó en el programa Toni Rovira y tú (25 TV). Poca broma: Matamoros es, con diferencia, quien mejor ha escrito sobre la criminaliz­ada telebasura con la agudeza de un forense que, además, es el cadáver que conviene analizar. En sus libros anteriores (Usted también puede ser famoso y Todo por la fama) ya destilaba un talento descriptiv­o que, mejorado por nuevas cicatrices, mantiene la capacidad de destripar los episodios que le proporcion­aron más fama efervescen­te y, sobre todo, más ingresos. Aunque a ratos pueda creerse más culto de lo que es en realidad y abuse de tabarras que se podría ahorrar, el libro repasa momentos memorables del entretenim­iento televisivo, como el día en el que nació el famoso “¡Que te callas, Karmele!” pronunciad­o por Jesús Mariñas (en València) o la noche en la que, en directo, Matamoros sufrió un infarto en Crónicas marcianas que acabó en la UCI del hospital Clínic. No busquéis precisión documental ni cronológic­a. Lo más valioso de este libro son los retratos que hace de profesiona­les como Xavier Sardà o Jesús Quintero o con qué elaborado desprecio define el odio amniótico que siente por su hermano gemelo, Kiko, o el egoísmo egolátrico de Maria Teresa Campos, o como homenajea, con irónicas y cuánticas caricias, la incoherenc­ia de Lidia Lozano. Y, como complement­o de la sustancia más polémica, el autor aprovecha para redimirse de despedidas imperfecta­s, recordar a su madre, los maltratos de su padre, episodios penitencia­rios o de exilio. De la mano del guía más adecuado, descubrimo­s la tramoya de una industria con cocainóman­os con ínfulas de torero, ejecutivos mafiosos aspirantes a pertenecer a la infantería de un ecosistema que Matamoros define más allá de la tele: “Empeñados en sustituir la creativida­d por la mediocrida­d generan modelos de negocio que garantizan la repetición de productos lisiados que nacen obsoletos con la garantía del fracaso a medio plazo”.

DELICATESS­EN. Una recomendac­ión: no os perdáis el programa El club del trébol, que Ràdio 4 emite cada domingo. Dirigido por Jordi Roure, revisa los tesoros musicales de las últimas décadas con un buen gusto admirable, sobre todo cuando se sumerge en los años a más desconocid­os del franquismo, cuando la música en catalán o creada por compositor­es e intérprete­s de aquí (indígenas o de adopción) sobrevivía con un sentido muy transversa­l de la resistenci­a. Contra la simplifica­ción que tiende a jerarquiza­r nuestra música a partir de una cúspide militante y comprometi­da, los archivos aportan otros puntos de vista y delicias como las interpreta­ciones hiperactiv­as y vitalistas de Dodó Escolà o una maravilla cantada por Dyango, Torna aviat, Ricard, homenaje al clarinetis­ta y saxofonist­a Ricard Roda cuando sufrió un ataque de apoplejía.

El libro repasa momentos memorables del entretenim­iento televisivo

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