La Vanguardia

Mirando al Lietzensee, el lago escondido

- MARÍA-PAZ LÓPEZ

La inusitada ola de calor que estamos viviendo en Berlín obliga a buscar refugio en la sombra de sus muchos parques bien arbolados, y si están provistos de lago o estanque, más que mejor. En el barrio de Charlotten­burg, en el oeste de la ciudad, el parque del Lietzensee es un remanso de paz escondido, envuelto entre tres arterias berlinesas que soportan un pesado y ruidoso tráfico: la calle de Bismarck, la calle Nueva de Kant y la autopista. Pero una vez dentro ya es todo sosiego, césped, árboles y el Lietzensee, un lago en forma de hoz, cuyas dos balsas –una de ellas semiartifi­cial– están conectadas por un canal que discurre bajo un puente. Y aquí estamos un domingo al sol en la orilla norte del lago, en la terraza Boothaus Stella con café y pastel de ruibarbo, y con vistas que enmarcan también, en lontananza, a la torre de telecomuni­caciones del recinto ferial, con su aire férreo de torre Eiffel en pequeñito. Este parque tiene casi 200 años. En 1823, un militar prusiano que más tarde sería ministro de Guerra recibió del rey una recompensa en metálico, y la invirtió en adquirir un gran terreno en torno al Lietzensee, que convirtió en residencia de verano. Años después, la familia vendió la propiedad, que fue cambiando de manos hasta que, a inicios del siglo XX, un promotor inmobiliar­io construyó lujosas viviendas, y abrió el lago y el parque al público. En 1910, Charlotten­burg, que era entonces un municipio separado de Berlín, compró el parque, y lo reestructu­ró y embelleció.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain