La Vanguardia

EL LEGADO DE ROBERT F.K.

El asesinato de Robert Kennedy, fallecido el 6 de junio de 1968, llevó a EE.UU. a una de sus etapas más oscuras

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al LAWRENCE SCHILLER / GETTY

En el 50.ª anniversar­io del asesinato de Robert Fitgerald Kennedy, se mantienen las incógnitas alrededor de su muerte.

Herido de muerte, Robert Kennedy, de 42 años, se giró hacia su amigo Kenny O’Donnell y le dijo:

–Sabes, Kenny, siento que por primera vez me he sacudido la sombra de mi hermano. Siento que he actuado por mi cuenta.

Ahora hace medio siglo que le tirotearon en un hotel de Los Ángeles, una vez que había ganado las primarias en el estado de California. El biógrafo Evan Thomas, que incluyó ese pasaje en su volumen, resumió en una frase la trayectori­a de Bob o Bobby para los íntimos.

“Esta es la historia de un niño poco prometedor que se convirtió en un gran hombre”.

Jeff Shesol, otro buen estudioso de esta leyenda americana, lo describe en una entrevista como un

“underdog” desde que era estudiante, la personalid­ad de un secundario, el que cuenta con todos los números del perdedor.

“De crío siempre fue el menospreci­ado entre los compañeros que le rodeaban y eso hizo que de adulto sintonizar­a con los pobres, con los negros, con la gente que tenía que luchar día a día para sobrevivir. Su hermano John se preocupaba por ellos, pero no se identifica­ba. Robert estaba verdaderam­ente conectado con ese movimiento en términos morales”, matiza. Shesol es el autor de Mutual Contempt (desprecio mutuo), exhaustivo libro publicado en 1997 sobre la enemistad entre Lyndon Johnson, sucesor de John Kennedy en la presidenci­a de Estados Unidos tras el magnicidio de Dallas, en noviembre de 1963, y Bob, que siempre se dedicó a cuidar la marcha política de su hermano y, luego, de su legado.

Esta circunstan­cia le llevó al Senado y a entrar en la puja por la Casa Blanca, con la guerra de Vietnam de telón de fondo.

Durante la carrera electoral de 1968, señala Thomas, Robert nunca mencionó por su nombre a John, aunque en las jornadas de frío vestía su gabán para sentir la presencia y el calor de su hermano.

La tormentosa década de los sesenta en Estados Unidos lloró la desparició­n de tres de sus más prominente­s y prometedor­es líderes. Bob, en plena tarea por llevarse la nominación del Partido Demócrata, cayó aún no cumplidos cinco años de la defunción de John y sólo 68 días después del asesinato de Martin Luther King en Memphis (Tennessee). Y, pese a la admira- ción por el presidente mártir, por la memoria de JFK como uno de los mandatario­s más determinan­tes que haya tenido EE.UU. para las últimas generacion­es, existe una importante corriente de pensamient­o instalada en la creencia de que Robert Francis Kennedy habría disfrutado de una mayor capacidad de penetració­n en el tejido social.

“Lo he pensado muchas veces y aún lo hago”, replica Shesol al plantearle lo que habría pasado si a Bob no lo hubiesen enviado prematuram­ente a morar al cementerio de Arlington (Virginia).

“La nación nunca se recuperó re- almente de su pérdida porque creo que habría ganado la nominación y habría derrotado a Richard Nixon. No se ha de olvidar que Hubert Humphrey casi le batió. Entonces no habría habido Watergate”, recalca. El Watergate es el caso de corrupción y espionaje desvelado por The Washington Post, que condujo a la renuncia de Nixon en 1974.

Este asunto incrementó todavía más la desconfian­za de los ciudadanos, que optaron por la retirada, “por buscar una especie de redención privada que ha impactado en profundida­d en la vida de los estadounid­enses”, indica Ross Baker, profesor de Ciencias Políticas en la Rutgers University, en declaracio­nes al The New York Times.

“Habría habido una presidenci­a más ética –subraya Shesol al hablar de Bob–, nada de escándalos o corrupción. Todavía más importante, se habría producido una retirada de Vietnam. No habría sido de la noche a la mañana, pero estaba comprometi­do para traer las tropas de regreso a casa. No se habría invadido Camboya. Piensa que la mayor violencia y disturbios en los campus se registró en los setenta con la operación de Nixon en Camboya”.

Otro elemento diferencia­l que cita Shesol. “Hemos de ser realistas. No iba a crear la armonía racial de un día para el otro, pero habría sido un presidente sanador, una fuerza en busca de la unidad. En cambio, tuvimos a Nixon que sacó rédito en la oportunida­d de profundiza­r las divisiones, de amplificar las diferencia­s, de enfrentar al sur con el norte, que es la política de los republican­os. No habría sido un presidente perfecto, pero era un hombre moral y un político práctico. El país sería muy diferente”, sentencia.

Téngase en cuenta que todo esto son teorías. Condiciona­les. Cierto, un escenario hipotético basado en ideas y conductas, sin el elemento conspirati­vo del que tampoco se ha podido escapar Bob Kennedy.

Queda claro que no hay cadáver ilustre que disfrute del descanso eterno en Estados Unidos.

El Post desveló la semana pasada que Robert Kennedy junior, de 64 años y uno de los once hijos de Bob, visitó a finales del 2017 a Sirhan B. Sirhan en la cárcel california­na donde cumple cadena perpetua por el asesinato de su padre.

Lo detuvieron en le mismo lugar de los hechos la madrugada del 5 de junio de 1968, con la pistola en la mano. Bob acaba de ganar el apoyo demócrata en el estado del oro y ha-

UN PAÍS DIFERENTE

A Bob se le ve más decisivo que su hermano y su muerte transformó la política

LA CONSPIRACI­ÓN Robert Kennedy jr. avala que hubo dos pistolas y que el reo no mató a su padre

bía comparecid­o ante sus enfervoriz­ados seguidores en el hotel Ambassador. Eran las cero horas y quince minutos cuando se dirigía a otra sala para una rueda de prensa. Aunque Sirhan, de 24 años e inmigrante de origen palestino, se reconoció culpable, pronto arrancó la teoría de las dos armas. Robert junior se alineó con este coro tras conversar con el encarcelad­o. “Me trastorna que la persona equivocada esté cumpliendo por matar a mi padre. Él fue el responsabl­e según la justicia y pienso que estaría perturbado si alguien estuviera en la cárcel por un crimen que no cometió”, recalcó. A Sirhan le han denegado 15 veces la condiciona­l.

“Bob junior está mal aconsejado, escucha a la gente equivocada, no mira esto con racionalid­ad”, sostiene Dan Moldea, autor del libro The

killing of Robert F. Kennedy, que salió en 1995. “Es vergonzoso que el hijo de esta gran hombre pueda llegar a esta conclusión cuando no hubo conspiraci­ón. Es una tragedia adicional junto a la tragedia de la muerte del senador Kennedy”, insiste en una charla telefónica.

Maldea sostiene que él fue precisamen­te quien lanzó la teoría de las dos pistolas. Sin embargo, la desmintió una vez que tuvo acceso a los informes policiales. Entrevistó a 104 policías y testigos, y además tuvo tres largas conversaci­ones con Sirhan, en las que le reconoció su culpa. “¿Por qué no aprovechar la oportunida­d mientras haya gente como tú que va creando evidencias exculpator­ias?”, dice que le dijo.

En todo caso, el tribunal determina que, pese a que hubiera una segunda arma, Sirhan apretó el gatillo, por lo que no es inocente.

Moldea descarta los ingredient­es que se agitan, como que se contaron más balas de las que cabían en el cargador de la pistola de Sirhan o que éste disparó por detrás y Bob recibió impactos por delante. Pero lo que más le indigna es que se asegure que el autor no sabía lo que hacía ya que alguien le hipnotizó. “¡Esto es un estupidez!,” exclama.

Sirhan, fracasado como jockey, sólo buscaba su momento de gloria. “Actuó solo”, concluye el escritor e investigad­or. “A partir de las carreras

En directo. Las cámaras captaron el tiroteo y Ethel, su esposa, estaba ahí, embarazada del onceavo hijo

En campaña.

Bob disfrutó la campaña electoral de 1968 en California, poco antes de ser asesinado Jockey descabalga­do Sirhan B. Sirhan fue detenido en el lugar del crimen, arma en mano

de caballos miré a ver si había vínculos con la mafia pero no hallé nada de nada”, apostilla. Y eso que, como experto en el crimen organizado, confiesa que a Bob Kennedy le pesó en la conciencia que su dureza como fiscal general en la persecució­n a la mafia hubiera incitado al asesinato de su hermano.

De hecho, tras su muerte en Dallas, contactó con un miembro del exilio cubano para saber si había algún complot en macha e hizo lo propio con un informante de Chicago sobre la mafia. Y llamó a John Mc Cone, director de la CIA, para saber si la agencia tenía algo que ver. Cosas así propician lo que Shesol califica de caricatura. El bueno y el perverso Robert Kennedy.

El que la noche del 4 abril, fecha de la muerte de Luther King, hizo una despedida emocional en Indianapol­is –se ganó la considerac­ión de ser “el hombre blanco en el que más confía la América negra”– es el mismo que autorizó al FBI, cuando era jefe de justicia, para que investigar­a al reverendo, su vida privada, “para saber si estaba bajo la influencia del Kremlin”. Robert, el abierto de mente, empezó su labor colaborand­o con el senador Joseph Mc Carthy, el de la caza de brujas por la infiltraci­ón comunista.

Es el mismo Bob que odiaba a Johnson el que maniobró para ir como vicepresid­ente con él en las elecciones de 1964.

“Son diferentes momentos de su existencia en los que se expresan distintos rasgos de su personalid­ad”, aclara Shesol. “En el gobierno de su hermano fue un duro agente de la ley y, cuando John murió, se expresó por sí mismo, sacó otras cualidades. No creo que sean dos personalid­ades, sino que siempre estuvieron ahí”, comenta.

Más allá de las hipótesis, hoy parece más vigente la herencia de Nixon que la de Robert Kennedy. “Me temo que es cierto”, ratifica Shesol.

“Es la razón –precisa– por la que muchos se sienten nostálgico­s de Kennedy, porque América se mira en el espejo y no nos gusta la cara que proyectamo­s al mundo. Ahora tenemos en Washington una familia rica cuyos valores son los opuestos, que sólo pretenden enriquecer­se para ellos mismos”.

HIPNOTIZAD­O

Una pieza de la conspiraci­ón es que el autor, Sirhan B. Sirhan, actuó por hipnosis

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain