Tirones de chaqueta
LOS independentistas esperan gestos de Pedro Sánchez, mientras la prensa madrileña alerta del “desafío” de los secesionistas. El presidente aún no ha entrado en Moncloa y ya le están tirando de la chaqueta en Barcelona y en Madrid. Suerte que este hombre tiene percha y sus trajes están bien cosidos, de otra manera, a las veinticuatro horas de estrenar el cargo, vestiría desgarros. Hemos pasado de no esperar nada de quien fue definido por su tancredismo en política a pedirle a su sucesor un movimiento acelerado como si fuera el cantante de AC/DC. Para que haya una operación distensión con las instituciones catalanas, hace falta que todo el mundo se relaje un poco. Y que todos cuenten hasta diez antes de disparar en Twitter.
No será fácil recuperar la normalidad institucional, cuando la derecha insinúa que Sánchez ha prometido cosas inconfesables a los independentistas para conseguir su apoyo. Saben que no es cierto, pero la verdad no pasa por sus mejores días. O como dice Iñaki Gabilondo, en tiempos de inundación informativa, lo más difícil de encontrar es agua potable.
La política de enfrentamiento contra el gobierno español que Carles Puigdemont propugnaba desde Berlín ha frenado de golpe, después de que el PDECat le hiciera ver la ventana de oportunidad que se abría con un nuevo presidente en la Moncloa. No fue fácil convencerle. Poco margen de maniobra tendrá Sánchez, pero hay que renovar las esperanzas en que, si el clima mejora, puede avanzarse en el diálogo práctico. Oriol Junqueras declaró hace ocho días a este diario, cuando era impensable el cambio que se avecinaba en la política española: “Necesitamos un gobierno efectivo para superar el 155 y empezar a planificar la Catalunya del mañana. Había que hacer un Govern como primer paso y ahora hay que gobernar. Tenemos que evidenciar los límites de la autonomía gobernando al máximo sus competencias”. Sin duda, es la única manera de salir adelante.