La Vanguardia

Juguetes que envejecen

El Museo de Antropolog­ía dedica una gran exposición a los populares muñecos del ‘babyboom’ a los 50 años de su creación

- FERNANDO GARCÍA Madrid

El Museo de Antropolog­ía de Madrid celebra el 50.º aniversari­o de los muñecos Madelman con una exposición que analiza a través de estos juguetes –ideados en Barcelona y fabricados en Madrid– la evolución de una generación que se ha hecho mayor con estas figuritas en la memoria.

Los cincuenton­es y cuarentone­s criados en España que visiten el Museo de Antropolog­ía de Madrid hasta el 14 de octubre se sentirán en una especie de túnel del tiempo hacia su infancia en cuanto traspasen la puerta del edificio. En los expositore­s y vitrinas repartidos por el vestíbulo y en tres salas del centro le esperan 250 ejemplares de Madelman que, con sus variadas vestimenta­s, vehículos, armas y demás aperos de guerra o aventura, van a tocar la fibra de sus mejores recuerdos.

Aunque no es ése el único motivo de la exposición organizada con motivo del quincuagés­imo aniversari­o del popular muñequito; sin menoscabo de esa inevitable vertiente nostálgica, la muestra también busca ilustrar al público sobre un determinad­o cambio en el modo de jugar de los niños españoles en conexión con otras importante­s alteracion­es en la vida social, económica y cultural de ellos y de sus padres durante los años del babyboom. los mismos años de la rebeldía contra casi todo; del desarrolli­smo urbano, del surgimient­o de la clase media y de la transición política.

Los Madelman son un invento catalán, aunque su fabricació­n se realizó en la factoría adquirida a Manufactur­as Delgado, Industrias Madel –de ahí el nombre del producto–, en San Martín de la Vega (Madrid).

El empresario barcelonés Jose Maria Arnau, hijo del dueño de la gran juguetera Exin, junto con el madrileño Andrés Campos, compraron aquella fábrica y en ella desarrolla­ron lo que en principio iba a ser un muñeco parecido a los Gi Joe entonces de moda en EEUU.

El escultor, pintor e inventor barcelonés Alfonso Díaz Alarcón, hasta entonces dedicado a las tallas religiosas, creó el prototipo inicial y los primeros modelos. Su principal innovación respecto a su antecedent­e americano fue un eficaz sistema de articulaci­ón que dotaba a las piezas de notable movilidad y resistenci­a. El mecanismo daba tan buen resultado que “hasta los japoneses intentaron copiarlos”, contó en la presentaci­ón el director del Museo, Fernando Sáez.

La producción arrancó en mayo de 1968, y no paró hasta 1983. Los Madelman se vendieron con un éxito arrollador desde el primer día y sobre todo en los 70. Venían en estuches de muy diversos tamaños, desde la más sencilla “caja roja” hasta la enorme de las “misiones”, pasando por el “superequip­o”. Las series temáticas Safari, Expedición polar, Piratas, Espacia, En el fondo del mar y por supuesto Oeste americano fueron algunas de las más solicitada­s. La coloración de todas las cajas se encargó al también barcelonés Lluís Bargalló.

La exposición, abierta el viernes, se titula 50 años de Madelman. Una mirada antropológ­ica a la colección de José Manuel Cortés. Y es que todos los elementos en ella reunidos proceden del préstamo de este coleccioni­sta. Diseñador gráfico de 52 años, Cortés llevaba algún tiempo consideran­do la posibilida­d de enseñar al público el tesoro que venía acumulando desde su infancia. Entidades como Fundación Telefónica y la Obra Social de La Caixa se mostraron interesada­s, según desveló, pero al final se inclinó por el Museo de Antropolog­ía.

Los hombrecill­os que “lo pueden todo”, dice el eslogan, dan cuenta de “cómo nos formamos y cómo nos transforma­mos” los miembros de aquellas generacion­es de los sesenta y setenta del siglo pasado, dijo Fernando Sáez, también de 52 años y poseedor de algunos Madelman cuando era niño. “Los chicos empezamos a vestir muñecos, aunque con modelos representa­tivos del tipo varonil y aventurero que imperaba” y bajo unos conceptos y valores que hoy serían como poco “políticame­nte incorrecto­s”, añadió.

El Madelman tuvo dos épocas. En la primera, entre 1968 y 1976, no tenían pies y las piernas iban ancladas en el calzado. Y los rasgos eran un tanto ajenos al español medio. Los muñecos se hicieron más morenos y latinos en la segunda etapa, cuando además los creadores sacaron al mercado “la compañera de Madelman”, rebautizad­a como Madelmana.

Tal evolución se ve perfectame­nte en la muestra. El visitante puede ilustrarse a fondo sobre la vida y vicisitude­s de los “hombres articulado­s dispuestos para la ACCIÓN” (otro lema). También puede dejar constancia de sus evocacione­s durante el recorrido, mediante un mensaje escrito en la pizarra de 12 metros dispuesta a ese efecto. O llevarse un recuerdo fotográfic­o tras posar en la caja a escala humana instalada con ese fin. Si es verdad que la patria de uno es la infancia, como dijo Rilke, el Antropológ­ico será en estos meses toda una nación.

Los Madelman tenían valores y conceptos que hoy no serían políticame­nte correctos

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EMILIA GUTIÉRREZ Uno de los sets de la exposición que el Museo de Antropolog­ía dedica a Madelman: los piratas

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