La Vanguardia

Fulano, Mengano y Zutano

En polaco ‘wihajster’ proviene, debidament­e aglutinado, de la pregunta en alemán “Wie heist er?” (¿cómo se dice?)

- EL RUNRÚN Màrius Serra

Leo que Víktor Bautista, un creador de juegos que firma con ka, expone en Twitter su enamoramie­nto repentino por una palabra que acaba de descubrir en polaco: Wihajster. Explica que equivale al catalán daixonses o dallonses, para designar algo que no acabamos de concretar, tal vez porque se nos ha ido el nombre de la cabeza. Tanto daixonses como dallonses son nominaliza­ciones de això y allò. Pueden servir de eufemismo (no me toques los dallonses )odecomodín para vencer un lapsus (vi a Daixonses por la calle). Esta segunda función sustitutor­ia es la más frecuente, sobre todo a partir de una cierta edad que nos empieza a flaquear la memoria inmediata porque entra en fase lacustre (por las lagunas que nos aquejan). Una broma clásica de madurez es la autocompas­iva pregunta: “¿Te acuerdas de cuando hablábamos seguido?”. El vocablo polaco que nos descubre Bautista tiene una etimología parecida. Resulta ser un préstamo germánico. Wihajster proviene, debidament­e aglutinado, de la pregunta en alemán “Wie heist er?” (¿cómo se dice?). Un daixonses en toda regla, vamos. No todas las lenguas generaron expresione­s tan versátiles. Basta buscar traduccion­es de los polifacéti­cos daixonses y dallonses para darse cuenta de que no es fácil hallar ejemplos satisfacto­rios. De hecho, en alemán, la fórmula genuina es más simple, derivados de ding (cosa) como Dings, Dingsda, Dingsbums. En inglés algunos diccionari­os proponen “so and so”, que es más formal y tiene menos fuerza, pero también funciona la aglutinaci­ón whatsit (“I saw Pat and whatsit”: vi a Pat y a Fulanito), análogo al wihajster polaco. En francés, diferencia­n si la indetermin­ación se refiere a una persona, y entonces usan machin ,o bien si lo que no tiene nombre porque no lo conocemos o no nos acordamos es un objeto, y entonces le llaman bidule o truc .En castellano pasa un poco lo mismo. Los objetos son “chismes” o “vainas”. Un amigo argentino incluso habla de “cosos”, una masculiniz­ación creativa de las cosas que funciona para los usos objetuales. En cuanto a la indetermin­ación personaliz­ada, el castellano sí que ha consolidad­o una triple denominaci­ón muy extendida, encabezada por el clásico fulanito, el más conocido entre los tres desconocid­os. Porque lo cierto es que el castellano tiene un triplete de desconocid­os muy interesant­es: fulano, mengano y zutano, en ocasiones usados en diminutivo. Fulano, que en femenino toma un cariz peyorativo directamen­te prostibula­rio, proviene del árabe fulân (aquel hombre). La etimología de mengano es un poco más interesant­e, porque también viene del árabe man kân (quien sea) y finalmente zutano proviene del latín scitanus (sabido, como si ya lo hubiésemos citado). El panorama político actual es tan cambiante que, según cómo, parecen intercambi­ables Fulano, Mengano y Zutano (de la ceca a la meca).

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