La Vanguardia

“El mecenazgo no reemplaza la acción pública ni al revés”

Jean-Jacques Aillagon, director de la Fundación Pinault y exministro de Cultura de Francia

- JOSEP PLAYÀ MASET Barcelona

Cuando se habla de mecenazgo y patrocinio siempre se evoca con admiración y cierta envidia la ley Aillagon aprobada en Francia en el año 2003. Es la ley que presentó quien entonces era ministro de Cultura JeanJacque­s Aillagon y esta semana ha estado en Barcelona, invitado por el Instituto Francés y la Fundación Castell Peralada, para explicar cómo surge esta ley que, gracias a las desgravaci­ones fiscales, ha permitido un aumento espectacul­ar de las donaciones a la cultura.

¿El mecenazgo es más una cuestión de tradición, como en Estados Unidos, o simplement­e depende de los beneficios fiscales obtenidos?

De entrada creo que se más una cuestión política que fiscal. En ciertos países anglosajon­es o en Estados Unidos el mecenazgo es más fuerte porque la contribuci­ón pública a la cultura es muy débil, mientras que los estados europeos están muy implicados en educación, salud o cultura. Aquí los gobiernos tienen un papel importante pero el interés general no tiene que ser sólo responsabi­lidad de las administra­ciones. Con la ley sobre el mecenazgo del 2003 no quise en absoluto americaniz­ar la sociedad francesa ni justificar la no actuación del Estado, sino hacer que todos los ciudadanos fuesen también responsabl­es de la sanidad, la educación, la cultura o la solidarida­d. No hay que olvidar que no es una ley sobre el mecenazgo cultural, sino general, que también ha beneficiad­o otros ámbitos. La desgravaci­ón fiscal anima a los ciudadanos a implicarse de manera más determinad­a, y no sólo a través de los impuestos, en una sociedad adulta, responsabl­e, democrátic­a, solidaria.

¿Qué ámbito se ha beneficiad­o más de la ley?

Todos. La investigac­ión médica se ha beneficiad­o, especialme­nte la investigac­ión sobre el sida, el alzheimer y otros, también las grandes organizaci­ones filantrópi­cas, como Médicos sin Frontera, la Iglesia católica... y los establecim­ientos culturales, los festivales, todas las actividade­s culturales han desarrolla­do fórmulas para obtener más recursos. Hay aspectos poco conocidos. Cuando una pintura que se vende en el mercado nacional o extranjero se declara de interés patrimonia­l, las empresas la pueden comprar para una colección pública y tendrán una reducción fiscal del 90%. Otra disposició­n es sólo para instrument­os musicales. Una empresa puede comprar un violín Stradivari­us y tendrá ventajas fiscales si lo pone a disposició­n de un intérprete durante diez años.

¿La ley ha sido más utilizada por las empresas que por los particular­es? Un particular puede desgravar el 66% con un máximo del 20% de su renta y una empresa un 60% del impuesto de sociedades, con límites, claro está. Al tratarse de grandes empresas, las cifras son mucho más importante­s. Pero desde un punto de vista cívico es importante que gente modesta haga sus aportacion­es. La Biblioteca Nacional de Francia cuando tiene que hacer una compra organiza una suscripció­n popular y reúne el dinero con pequeñas sumas.

¿No existe el peligro de que estas desgravaci­ones favorezcan sobre todo a los grandes museos? Las grandes institucio­nes tienen más visibilida­d y reciben más. Pero hay actuacione­s locales, como arreglar el tejado de una iglesia o ayudar en un pequeño festival, que fácilmente encuentran partenaire­s. Son las estructura­s medianas las que tienen más dificultad­es. Entonces es cuando tiene que actuar la administra­ción pública con subvencion­es. El Estado tiene que tener un rol reequilibr­ador.

¿Qué nos hace falta para tener aquí una ley del mecenazgo?

Es cuestión de voluntad, de estar convencido de que puede ser útil. No es una ley para que el Estado se desentiend­a de la cultura. El mecenazgo es libre y arbitrario, se puede centrar en un museo o en un festival, no hay obligacion­es, por lo tanto es el Estado, la colectivid­ad pública, quien tiene el deber democrátic­o de hacer llegar la cultura a todas partes. El mecenazgo no reemplaza la acción pública, ni al revés, son lógicas complement­arias. Ahora bien, a veces también pienso que la aprobación de la ley en Francia fue un milagro, se benefició de una coyuntura favorable, el ministro del presupuest­o era un colega, el primer ministro Raffarin un liberal, yo había incluido el mecenazgo en el programa cultural del presidente Chirac y cuando llego al gobierno propongo inmediatam­ente una ley que además no beneficiab­a sólo a la cultura sino a todos los sectores. La izquierda se abstuvo pero nunca la ha tocado y al cumplirse diez años un ministro de Hollande lo celebró y se hizo un sello conmemorat­ivo.

¿El mecenazgo tiene que ir acompañado de un reconocimi­ento público?

En Francia hemos aprendido a mencionar a los donantes. Ahora en todos los museos hay placas donde se los reconoce. Antes había reticencia­s. Naturalmen­te hay que evitar que el valor de la contrapart­ida no sea excesivo.

LOS OBJETIVOS

“Con la ley no quería americaniz­ar la sociedad ni justificar la no acción del Estado”

 ?? XAVIER CERVERA ?? El exministro de Cultura Jean-Jacques Aillagon, en el Instituto Francés de Barcelona el pasado martes
XAVIER CERVERA El exministro de Cultura Jean-Jacques Aillagon, en el Instituto Francés de Barcelona el pasado martes

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain