“¡Borja, Borja!”
De cómo un pueblo en Galicia celebra la beca a un ciclista con síndrome de Down
Se quiere más lo que se ha conquistado con más fatiga Borja Gómez se pasea por Ponteareas sobre su bicicleta. Tiene quince años, un pedalear fluido y síndrome de Down. Es un tipo popular en el pueblo. Quien se cruza con él le saluda.
Hoy le conceden una beca. El premio es un Volkswagen, un vehículo portabicicletas tuneado, con el anagrama del Club Ciclista Ponteareas y los colores de Cola Cao, la firma que está detrás de estas ayudas al deporte de base. Las llaves las entrega Javier Gómez Noya (35 años), ocho veces campeón del mundo, según muchos el mejor triatleta de la historia.
Luego, tras la entrega del coche, Borja Gómez vuelve a recorrer el pueblo a pedaladas, tres kilómetros entre calles, mientras le mete prisa al triatleta: –¿Vamos o qué...? Gómez Noya ríe y Jesús Carballido llora. Carballido es el tío de Borja Gómez. Y un exciclista profesional. Le avalan tres Vueltas y un Giro, en los años noventa, cuando pedaleaba con el Zahor y el Clas.
–Ahí estaba yo, al servicio de Juan Fernández. Y también con Fede Echave –cuenta Carballido.
No cuenta mucho más porque se le corta la voz, emocionado, y porque hoy hemos venido a hablar de Borja Gómez.
Montse Méndez, la madre del muchacho, nos ofrece la historia:
–A los cinco años, Borja ya iba en bici. Le había iniciado su padre, Ricardo, que suele acompañarle. Al niño le habían operado del corazón y nos recomendaron que hiciera algo de ejercicio. Con el tiempo, empezó a entrenarse con frecuencia. Desde hace años, pedalea dos o tres veces por semana. Sale los lunes y los miércoles, con la gente del club, y también los fines de semana, que es cuando toca la tirada larga.
–¿Y aguanta bien? –Todavía necesita más ejercicio. Así que también nada, otros dos días. Y le gustan las artes. Está en la Fundación Igualarte. Hace danza, pintura, música...
–¿Y cómo se les ocurrió a ustedes lo del vídeo?
(El vídeo justifica la beca: los aspirantes a una beca se graban, planteando su reto y su deseo; los embajadores de Cola Cao deciden qué aspirantes se llevan las ayudas: este año se conceden 300.000 euros en becas).
–Fue cosa del club. A los responsables se les ocurrió pedir el coche para apiñar al equipo. No esperábamos ganarlo, la verdad. Había sido todo muy casero. Yo misma lo grabé.
(El Club Ciclista Ponteareas, por cierto, no es poca cosa. Por ahí ha pasado un abanico de talentos: desde los hermanos Delio y Emilio Rodríguez hasta Álvaro Pino, y también Óscar Pereiro y Ezequiel Mosquera, más próximos en el tiempo).
–Y Borja, ¿se traga el Tour por televisión? ¿sigue el ciclismo?
–Bueno... A veces ha pedaleado la Vuelta a España, entera. Iba un día por delante de la carrera. Y en el 2016 ascendió todos los puertos míticos del Tour. Se estudia las etapas y las consume, en la televisión o en la tableta. Y este verano pedaleará buena parte del Camino de Santiago. No para...
(...)
Javier Gómez Noya aplaude a la familia de Borja Gómez. Dice que el muchacho ha tenido suerte. Se identifica:
–El apoyo familiar es decisivo. Yo también lo tuve. Fui afortunado. Muchos otros se han quedado por el camino. Cuando yo pedí una bicicleta, mis padres me la compraron. También me pagaron viajes a muchas competiciones: tuvieron que hacer un gran esfuerzo para conseguir todo eso. Tenían un restaurante en Ferrol. De eso vivían.
No podemos conversar mucho más. A Noya le rodean decenas de seguidores. Firma ejemplares de su biografía, A pulso. Un neopreno, un casco, una gorra de ciclista.
Mientras, Borja Gómez contempla el coche.
EL EJEMPLO DE GÓMEZ NOYA “El apoyo familiar es decisivo: yo también lo tuve; mis padres me pagaron la primera bici, los viajes...”